Cómo pasa el tiempo. Hoy hace tres años desde que publiqué la primera reseña en ConsuLeo y es un momento tan bueno como cualquier otro para hacer un breve repaso tanto de las cifras del blog como de las mejores lecturas en este período.
Algunas cifras
En estos tres años he publicado un total de 157 entradas en el blog: aproximadamente 52 al año, lo que equivale, también de forma aproximada, a una entrada a la semana. Aunque el ritmo de publicación no haya sido uniforme, era el objetivo que me había propuesto y parece que, por término medio, lo he conseguido.
Pero las entradas más visitadas no son precisamente las reseñas, sino, por un lado, las noticias sobre finalistas y ganadores de los Premios Ignotus y, por otro, las pocas listas de recomendaciones que publico, generalmente como propuestas de obras nominables, también en los Premios Ignotus o como intenciones de lectura de autoras en octubre. Hay que ver lo que os gustan las listas. Así que espero que esta entrada, con mis mejores lecturas en estos tres años, os la toméis también como una recomendación de buenos libros y vengáis a visitarla cada vez que estéis pensando en vuestra próxima lectura.
El grueso de esas entradas son, evidentemente, reseñas, aunque no todas son mías. Manuel Hidalgo (@Nol_azo) y Darío Anzalone (@dario_anzalone) firman algunas de las mejores. Simón Bellido (@Txin_Txan) es mi especialista en artículos sobre adaptaciones de libros a otros formatos y Abel Amutxategi (@AbelAmutxategi) y César Narganes (@macgarnes) se dejaron pescar una vez –esperemos que no sea la última– para escribir un artículo a cuatro manos sobre el humor fantástico que terminó siendo… un relato de humor fantástico.
El criterio
Para elegir los títulos que recomiendo en este aniversario, simplemente repasé todas las reseñas del blog y fui marcando aquellos libros que más placer me proporcionaron en su día, según mi memoria. Algunos porque me sorprendieron gratamente, otros porque consiguieron conmoverme o me incitaron a reflexionar sobre temas que no me había planteado antes y otros, sencillamente, porque me absorbieron de tal forma que no pude parar de leer hasta terminarlos. No me propuse ningún número máximo ni mínimo de obras a destacar. Son mis mejores lecturas, las que recuerdo con más cariño, y no hay por qué recortar.
Tampoco pensé en equilibrar obras de los tres grandes géneros, ni libros escritos en castellano y traducidos. Pero, quizás de manera no muy sorprendente, el recuento final arroja prácticamente el mismo número de títulos de una y otra procedencia. Digo que no me sorprende tanto porque, aunque leo muchas de las novedades –y no novedades– internacionales que me llegan, a la hora de reseñar suelo dar preferencia al género en castellano y pocas veces comento libros de las listas de más vendidos en el mercado anglosajón. También es una elección personal que no creo que haga falta explicar.
Sin más preámbulos, vamos al lío. A continuación aparecen las dos listas: la de género en castellano y la de traducciones. Cada obra lleva enlace a su reseña en ConsuLeo y un breve comentario sobre lo que me llamó la atención y justifica que aparezca en esta entrada. El orden es simplemente el de aparición de la reseña en el blog, por lo que encontrarás las publicaciones más recientes al final de cada lista. Espero que algunas encajen en tus gustos y se conviertan también en tus futuras mejores lecturas.
Género en castellano

Ciudad nómada, rebaño miseria, de Pablo Loperena. Tengo muy grato recuerdo de este libro no solo por la idea de las ciudades rodantes, sino por lo sorprendente de su doble ambientación –la vida controlada al detalle de los ciudadanos frente al caos y la ley del más fuerte imperantes en el rebaño– y por la creación de un lenguaje y una sociedad que reflejan cómo nuestra historia se ha perdido hasta convertirse en un mito. Una historia de ciencia ficción entretenida y con mucha chicha.

No hay lobos en Tesakowa, de Mónica Cuartero Santo. Es una novela de ciencia ficción que poco a poco y de forma tan sutil como natural va girando hacia otro género totalmente inesperado. Además de contener un claro mensaje ecologista y antimilitarista, cuenta también una historia de crecimiento y maduración personal, sabiamente entrelazada con ese otro género que no quiero mencionar, para que te sorprenda igual que a mí.

Lengua de pájaros, de Víctor Sellés. Esta novela de fantasía oscura, ambientada en Galicia, está repleta de referencias tanto a leyendas y mitos celtas como a clásicos de la literatura –no solo fantástica– de todos los tiempos. Seres feéricos, druidas, portales mágicos y mundos borrosos se intercalan con problemas y asuntos de nuestro día a día, no por conocidos menos aterradores. Además de lo absorbente de la historia y lo conmovedor de sus protagonistas, la pluma de Sellés hace de esta novela algo brillante e inolvidable.

Ojalá tú nunca, de Javier Miró. Esta es una novela corta que conviene leer de una sentada. La primera lectura me sorprendió tanto que me dejó con la boca abierta pero con ciertas dudas. Le di cuatro estrellas en GoodReads. No pasó mucho tiempo hasta que la segunda lectura despejó esa reticencia mía y revisé mi valoración para ponerle su muy merecida quinta estrella. En la sinopsis se describe como una ucronía ambientada en Madrid (que lo es), pero no es eso lo que te sorprenderá. Ahí lo dejo.

Ahora solo queda la ciudad, de Cristian Romero. Esta colección de relatos, prologada por Elia Barceló –gran especialista en Cortázar y, por lo tanto, en analizar relatos de corte fantástico– me impresionó de forma un tanto difusa. Son cuentos oscuros, inquietantes y con un punto en el que lo extraño no siempre viene del exterior. De alguna forma, yo diría que más que contar historias, los relatos de Romero sugieren «cosas»: sensaciones, sentimientos, ideas, locuras… Y con esa sutil sugerencia consiguen provocar y remover la conciencia de quien los lee.

Huella 12, de Eva G. Guerrero. Esta es la primera novela de su autora, ambientada e inspirada en el universo de Akasa-Puspa, de los ya clásicos Juan Miguel Aguilera y Javier Redal. Aparte de la trama general, centrada en un equipo de investigadores que utilizan un velo de nanobios para meterse en la piel de los sospechosos, lo sorprendente y altamente disfrutable en este libro es la enorme variedad de sociedades, tramas, personajes y tonos narrativos que se dan cita en los capítulos que lo componen, cada uno de los cuales podría leerse como un relato autoconclusivo.

El morador, de Daria Pietrzak. Esta es una novela de terror de inspiración clásica, de casas encantadas, habitadas por espíritus malignos que atormentan a sus moradores. Sin embargo, contiene también elementos que le dan un aire renovado, como la inspiración en la cultura popular eslava o la forma adoptada por la narración, que tan bien define Santiago G. Soláns en su postfacio como estructura de muñecas matrioshka. Es una historia que contiene muchas historias.

Usted está aquí. Ellos también, de VV. AA. Esta antología de relatos sobre extraterrestres desde el humor fue una de las que más disfruté el año pasado (perdón, el antepasado). Cinco de los mejores autores de humor fantástico del panorama español nos presentan sus particulares visiones de la vida de más allá de nuestro planeta y uno de mis autores favoritos de fantasía hace de maestro de ceremonias, presentando cada relato y revelando su lado más cómico. Para pasar unos cuantos ratos divertidos.

Disfraces terribles, de Elia Barceló. Bueno, aquí hay un poco de trampa, pero solo un poco. Esta novela no pertenece a ninguno de los géneros fantásticos, pero es de Elia Barceló, una autora que me ha proporcionado un montón de buenísimas lecturas en estos años, de esas que me enganchan y no puedo soltar. Entre todas ellas, Disfraces terribles me gustó especialmente por el gran amor y el conocimiento profundo de la literatura que se desprenden de sus páginas. Y ese conocimiento se presenta a dos niveles: el más puramente «académico» y otro más técnico, sobre entresijos del mundo editorial visto desde dentro: un amor no exento de crítica.

Todas las chicas descalzas, de Nieves Mories. Qué voy a decir que no sepáis de Nieves y sus chicas descalzas. Esta colección, además de incluir la novela corta que la hizo famosa y otros relatos de menor extensión, con el hilo conductor de analizar la violencia desde el punto de vista de las víctimas, tiene el valor añadido de los comentarios de Alicia Pérez Gil sobre cada texto. Historias que te desgarran el corazón. A veces, literalmente.

El libro de todos los libros, de Ricardo Montesinos. Disfruté tanto leyendo este libro que no pude evitar ir publicando en Twitter algunas de mis impresiones a medida que leía –algo que no suelo hacer, ni siquiera cuando participo en lecturas conjuntas, pero tenía que gritarle al mundo cuánto estaba disfrutando–. Esta novela corta aúna fantasía de corte oriental inspirada en los viajes de Marco Polo con un delicioso juego metaficcional y montones de referencias de todo tipo, para disfrute de los más frikis y culturetas de entre nosotros.

Carcoma, de Layla Martínez. Novela corta de terror con elementos sobrenaturales que ganó la última edición de los Premios Ignotus en su categoría. Varias generaciones de mujeres habitan una casa construida sobre el sufrimiento y asolada por el rencor, el odio y el deseo de venganza. Una historia cruda y sin concesiones de ningún tipo que resulta extrañamente conmovedora, probablemente gracias a las voces y el tono narrativo escogidos, muy acertadamente, por la autora.
Traducciones

Las doncellas de óxido, de Gwendolyn Kiste. Esta fue la novela que me dio a conocer a esta autora. Posteriormente ha publicado otra con la misma editorial y también algunos relatos en el –tristemente extinto– matreon de Crononauta. Me impresionó y dejó huella porque refleja, a través de una historia con un punto weird, la desesperanza que invade barrios y ciudades aquejados por la crisis industrial. En particular, retrata el miedo al futuro –o a su ausencia– de las seis adolescentes protagonistas. Yo fui adolescente en Asturias en los años 80 y aún recuerdo esa sensación, que este libro refrescó.

Pequeños dioses y otros cuentos blancos, de Tim Pratt. Esta colección de relatos de uno de mis autores preferidos desde que lo leí por primera vez en el blog de Marcheto (más abajo encontrarás algún enlace) es uno de esos libros que guardo como una joya. Los cuentos de este autor me emocionan, sorprenden y encandilan, sin excepción, además de arrancarme sonrisas cada pocas páginas –algunas, a pesar del nudito en la garganta–. Si no lo has leído aún, te estas perdiendo a uno de los mejores autores en lengua inglesa que tenemos en la actualidad.

El libro del día del Juicio Final, de Connie Willis. Esta novela sobre viajes en el tiempo y epidemias la leí en plena pandemia de Covid-19, cuanto aún estábamos a medias entre el confinamiento absoluto y la «nueva normalidad». Mala idea, dirás. Pues resulta que me ayudó a relativizar muchos de los temores que nos acompañaban a diario por aquel entonces, además de descubrirme a una autora clásica y casi descatalogada en castellano. Me gustó tanto su fino sentido del humor que desde entonces busco –y he conseguido leer– más libros suyos.

Canciones de amor para tímidos y cínicos y Las preferidas de entre mis muertes, de Robert Shearman. Este es otro autor que descubrí en el blog de Marcheto, y otro de mis favoritos desde entonces, al nivel de Tim Pratt. Sus relatos también tienen el poder de emocionarme y encandilarme, pero Shearman añade siempre un toque de humor muy especial: tanto, que no sé bien qué palabra lo describiría con mayor exactitud. Contiene ironía y puede que un punto ácido, pero nunca resulta sarcástico ni cínico. Al contrario, demuestra siempre una gran empatía e inteligencia. Relatos de diez en las dos colecciones que menciono –aunque no llegué a reseñar la segunda–.

Los últimos días, de Brian Evenson. Reconozco que esta novela probablemente no sea para todo el mundo. Su ilustración de portada es bastante reveladora del contenido: sectas que hacen de la mutilación una religión. No es apta para estómagos sensibles, pero hace una crítica tan ácida del fanatismo religioso y con un sentido del humor tan surrealísticamente certero que, a pesar de ser sangrienta y truculenta a más no poder, resulta también muy divertida. Yo disfruté muchísimo leyéndola. Más aún tras saber que algunas de las obras de su autor chocaron con la censura de la iglesia mormona en Estados Unidos.

Los últimos días de Jack Sparks, de Jason Arnopp. Este libro indescriptible es uno de los que me trae mejores recuerdos de lo bien que me lo pasé leyéndolo y, también, reseñándolo. Contiene una historia de terror contada a través de un juego de narradores no fiables. Su protagonista se hace odioso al mismo tiempo que entrañable y tiene un final de esos que te dejan con el culo torcido. Encontrarás pasajes totalmente gore junto a otros sencillamente desternillantes. Una montaña rusa de lectura.

Masa madre y otros relatos, de Angela Slatter. Esta colección de relatos de fantasía oscura tiene todo el sabor de los cuentos de hadas tradicionales pero con un aderezo reivindicativamente feminista. Así dicho parece poco, algo que podemos encontrar en muchas otras obras actuales. Pero la forma de narrar de Slatter, la fuerza de sus personajes y la manera en que conecta unos cuentos con otros, creando un universo totalmente coherente y propio, hacen de este libro una obra muy especial. Para mí, mucho más que una mera colección de relatos.

Cuentos para Algernon, año IX, de VV.AA. Si has leído todos los comentarios de obras traducidas hasta aquí, habrás visto que menciono a Marcheto varias veces. Ella es la responsable última –o, mejor dicho, primera– de mi afición a Pratt y Shearman, pero su penúltima antología consiguió emocionarme con todos y cada uno de sus relatos. Además de contener el cuento ganador del Premio Ignotus 2022–Señor Muerte, de Alix E. Harrow– me descubrió a Kurt Fawver, otro autor del que espero con impaciencia nuevas traducciones (Dilatando Mentes ya ha anunciado algo). ¡Un millón de gracias, Marcheto!

Huérfanos de la Tierra, de Adrian Tchaikovsky. Este es uno de esos autores que me sorprendió muy gratamente con la primera novela que leí (Herederos del Tiempo, Alamut, 2018) y que, desde entonces, espero con ansia que vuelva a ser traducido. Entre 2022 y 2023 estaré de suerte, porque se esperan varias novelas suyas, tanto de fantasía como de ciencia ficción. Esta que reseñé pertenece a la saga de Los Arquitectos, destructores de mundos que tienen en jaque no solo a la humanidad, sino a todo el universo. Podría haber incluido también en esta lista Herederos del caos, pues la leí en diciembre, pero aún no está reseñada. Las dos forman parte, por derecho propio, de mis mejores lecturas en estos tres años de ConsuLeo –soy una tchaikovsker irredenta–.

Abrazando la revolución, de VV. AA. Esta antología contiene una selección de los mejores relatos publicados en el matreon de Crononauta. La autoría de todos ellos corresponde a mujeres o personas no binarias, muchas de ellas con orígenes raciales o geográficos alejados del trillado mundo caucásico-europeo-anglosajón. Esta diversidad intencionadamente buscada tiene su reflejo tanto en los temas como en las sensibilidades que recogen estos cuentos. Algunos son de terror, otros de fantasía o ciencia ficción, incluso los hay de humor. Pero todos son reivindicativos y muestran intención de revolucionar el género.

El Señor de la Noche, de Tanith Lee. Esta es una de mis mejores lecturas más recientes. La autora, por desgracia ya desaparecida, forma parte de ese grupo de escritoras olvidadas hace tiempo por las editoriales y que Duermevela está rescatando poco a poco. Por suerte para mí, porque este libro, además de ser una novela fascinante de fantasía oscura, con sabor a cuento clásico pero repleto de ideas innovadoras en su día y plenamente vigentes en la actualidad, tiene una sorprendente estructura que permite leerlo como colección de relatos, como tres novelas cortas o como una sola novela. ¿A que mola? Nota: en la reseña digo que no había leído antes nada de la autora pero resulta que sí. ¿Adivinas dónde? En el blog de Marcheto, claro.

El demonio de Próspero/ Infiltrado, de K. J. Parker. Aquí no he sido capaz de elegir solo una de las novelas cortas, así que, amparándome en que forman serie, incluyo las dos entre las mejores lecturas de estos tres años. K. J. Parker es otro de los autores que descubrí gracias a Marcheto y su blog. Estas historias de exorcistas y demonios enfrentados en una lucha que termina siendo insignificante en comparación con el gran Plan que pretende dirigir sus destinos, narradas desde distintos puntos de vista por personajes poco fiables y con finales sorprendentes son de lo mejorcito que he leído.
Y hasta aquí la lista de mejores lecturas 2020-2022. ¿Las conocías todas? ¿Hay alguna que te llame la atención? Los comentarios son bienvenidos y, por supuesto, agradezco también que me sugieras lecturas que te hayan fascinado. Para eso estamos.