La sonrisa del escorpión: sorprendente y familiar

Hoy te traigo esta novela de Celia Añó, La sonrisa del escorpión. En esta reseña trataré de explicar la impresión contradictoria –y muy satisfactoria– que me ha dejado su lectura. Y es que la historia que contiene me ha resultado, al mismo tiempo, sorprendente por su originalidad y familiar por todas las referencias y ecos que ha despertado en mi cabeza. Vamos allá.

Toda la acción de la novela se desarrolla en una isla ignota, en la que existe un palacio decrépito habitado por doce jóvenes estudiantes y un cuervo mecánico que ejerce las funciones de profesor-tutor. La historia comienza cuando una de las chicas, que al parecer estaba muerta, resucita y sale de su tumba solo para descubrir que ha sido sustituida por un nuevo estudiante. Los números cambian y ya no tenemos doce, sino trece protagonistas.

Esto, de por sí, ya resulta bastante extraño e inquietante, pero si añadimos una misteriosa cuenta atrás en el número de días –lo de jugar con el sentido en el que transcurre el tiempo es algo que domina esta autora, como ya demostró en Aracnefobia (Literup, 2019)– y el juego de rol en el que participan los jóvenes cada tarde, La Noche del Escorpión, la intriga está servida.

A partir de aquí, Celia Añó relata una historia llena de misterios que resolver –tanto por parte de los personajes como del lector– donde las relaciones entre sus curiosos protagonistas son fundamentales. Las partidas de rol diarias solo eran un entrenamiento para la auténtica partida, la que comienza al acabar la cuenta atrás, donde uno de ellos será el asesino –el Escorpión–, cuyo objetivo es matar a todos sus compañeros para poder escapar de la isla. Nadie sabe qué rol le ha correspondido a los demás, así que nadie puede confiar plenamente en ninguno de sus compañeros. Las alianzas, suspicacias, mentiras y traiciones se suceden en una narración ágil y terriblemente absorbente.

Esto es un resumen muy somero de la trama principal del libro. Pero hay multitud de detalles que en seguida llamarán tu atención cuando lo leas: ninguno de los personajes recuerda cómo ha llegado a la isla ni absolutamente nada sobre su pasado. Sin embargo, cada uno de ellos tiene unos rasgos de personalidad muy marcados, cuya importancia no se revela del todo hasta el mismo final de la novela. Todas las noches, sin poder evitarlo y de una forma que se adivina inducida por medios misteriosos, caen profundamente dormidos y sus sueños son extrañamente repetitivos. Y, por supuesto, están los dioses oscuros, entes enigmáticos que marcan las reglas del juego y solo hablan a través del cuervo.

Quizás, con lo que te he contado, tú también empiezas a escuchar los ecos que despierta esta historia. Vamos por partes. ¿La Noche del Escorpión? Un juego de rol en vivo. ¿Una serie de desconocidos se despiertan o aparecen misteriosamente en un mismo lugar, del que no pueden escapar, y se ven obligados a participar en el juego macabro ideado por alguna mente perversa? Para mí la referencia es Saw (James Wan, 2004) y todas sus secuelas, aunque seguro que hay películas o libros anteriores. ¿Un juego de mesa de «descubrir al asesino»? El Cluedo, claro. ¿Que el asesino es real y están todos los personajes en una misma mansión? Diez negritos, de Agatha Christie.

¿Unos escolares atrapados en una isla, de la que solo podrá escapar uno, asesinando antes al resto? Battle Royale (1999), de Koushun Takami, aunque los más jóvenes seguramente recordarán antes El juego del calamar (Hwang Dong-hyuk, 2021), la serie coreana. El resto de referencias no son tan directas, pero ahí estaban, en mi cabeza ¿Un palacio vetusto y destartalado con enormes alas sin explorar y prácticamente en ruinas, en el que se suceden muertes inexplicadas y los muertos resucitan? Toda la literatura de casas encantadas, que no es poca. ¿Juegos crueles en los que los jugadores se debaten entre rebelarse o resignarse a morir? El fugitivo (1982), de Stephen King.

Y, sin embargo, La sonrisa del escorpión no se parece en nada a ninguna de las obras que acabo de mencionar. La atmósfera que se respira en el palacio, la magia que impregna sus paredes, las marcadas personalidades de los estudiantes, la omnipresencia de los dioses oscuros, aunque solo se manifiesten a través de Cuervo, y sus veladas intenciones… Todos estos elementos le dan a la novela un aire de cuento o leyenda, de fantasía muy oscura, más que de terror propiamente dicho, como sería el caso de Saw. Pero al mismo tiempo tiene todos los elementos de una intriga detectivesca y una detective principal muy particular, de las que utilizan métodos poco convencionales. Y, por supuesto, está el maravilloso y sorprendente final, del que no te voy a adelantar nada. Pero pone un broche de oro a toda esta amalgama de elementos que he ido comentando.

Y, como todos los cuentos y fábulas que merecen la pena, tiene su trasfondo y moraleja. La sonrisa del escorpión nos habla de alianzas improbables, pero que dan mejor resultado que el individualismo a ultranza. Hay también una evidente lucha por la libertad personal, contra los designios de una voluntad a priori superior, pero ajena, y el descubrimiento de la propia identidad, más allá de los roles asignados por otros o auto-asumidos al dejarse llevar por el entorno.

En definitiva, si disfrutaste con cualquiera de las referencias que he mencionado en la reseña, pero al mismo tiempo buscas una lectura diferente, que te sorprenda, y te gustan la fantasía oscura y los juegos de rol, La sonrisa del escorpión es para ti.

En cuanto a la edición, tan cuidada como acostumbra Obscura Editorial, incluye una guía de personajes ilustrada por la propia Celia Añó y un pequeño glosario con los distintos roles de jugador y sus poderes y características, ambos muy útiles para seguir la trama de la novela sin perderse nada.