
- Título: Más fría que la guerra
- Autor: Fabián Plaza Miranda
- Editorial: Planeta-Minotauro
- Formato: tapa dura con sobrecubierta
- Disponible en e-book: sí
- Diseño de cubierta: Cover Kitchen
- Nº de páginas: 300
- Fecha de publicación: octubre de 2021
- Fecha de lectura: enero de 2022
- Enlaces de compra:
- Papel: Cyberdark
- Digital:
- Epub: La Casa del Libro
- Mobi: Amazon
Hoy toca hablar sobre el último premio Minotauro, que se hizo público el pasado 8 de septiembre en Barcelona. Fabián Plaza es un autor con cierto recorrido, ya que antes de escribir Más fría que la guerra ya contaba con cinco libros publicados –tres novelas, una de las cuales fue finalista de este mismo premio en 2010, y dos libros de ensayo–.
Pero vamos al lío. ¿Qué te vas a encontrar en esta novela? Pues algo así como una historia de espías en un mundo ucrónico, con una amenaza de origen desconocido y agentes con poderes paranormales. Vamos, un auténtico locurón, divertido y aleccionador a la vez.
Vayamos por partes. Primero, la ucronía. El punto Jonbar de esta novela podemos situarlo en un momento y lugar muy precisos: el macro-festival de Woodstock en 1969, con el que se abre la novela. A partir de ahí, la historia que conocemos cambia de forma radical, de manera que, en el momento en que comienza la narración principal, a finales de los años 80 del siglo pasado, el bloque soviético está ganando la Guerra Fría, la Alemania reunificada es comunista y los Estados Unidos han desmantelado sus bases en España, que ha quedado aislada como último reducto del fascismo. Así se pueden describir a grandes rasgos las principales diferencias geopolíticas entre el mundo de Más fría que la guerra y el nuestro, aunque la novela está llena de divertidos «cameos» de personajes reales haciendo las cosas más inusitadas.
Pero aquí no terminan las sorpresas. A partir de los sucesos de Woodstock la «magia» irrumpe de alguna manera en el mundo. Pongo magia entre comillas porque no encontrarás magos, hechiceros ni brujas, sino más bien personas con ciertos poderes paranormales, que son estudiados por una nueva disciplina científica: la parafísica. Por supuesto, los gobiernos no dudan en reclutar como agentes a esos «magos», menos en España, donde la iglesia católica reniega de la «brujería», que es un delito castigado con la muerte.
Así que, en cuanto a ambientación, tenemos en Más fría que la guerra un bonita mezcla de ciencia ficción –quizás debería decir pseudociencia, que es lo que sería la parafísica a nuestros ojos– y fantasía. La trama sería más bien la de un thriller de espías –no sé si esto existe o me lo acabo de inventar, pero la tensión y la emoción están ahí de forma continua–. Tres agentes de ideologías muy diferentes –un español, una americana y un ruso, esto parece el comienzo de un chiste malo, pero es así– empiezan negociando con las típicas reticencias, medias verdades y regateos de información hasta que se ven obligados a colaborar para enfrentarse a la mayor amenaza global que ha conocido la humanidad.

Además de la propia trama, con su ritmo trepidante y llena de giros inesperados, lo que convierte esta novela en una lectura de lo más entretenida, creo que merece la pena destacar otros aspectos.
En primer lugar, la forma que tiene el autor de mostrarnos el mundo que ha creado, sin sobreexplicaciones ni casi incisos en la narración. Simplemente, el lector se va enterando de lo que ha pasado y de cómo funcionan las cosas a medida que va leyendo, a veces a través de la propia acción, otras veces por los diálogos y otras, las menos, siguiendo las reflexiones de los personajes.
Precisamente los diálogos son otro de los puntos fuertes de la novela. No solo por lo divertidos que resultan en ocasiones, sino por los enfrentamientos dialécticos entre los tres agentes, muy bien aprovechados por el autor para poner de manifiesto el mensaje que creo intenta transmitir: la ideología sin la razón y sin empatía se convierte en fanatismo, y el fanatismo ciega a la razón y anula la empatía. Cualquier ideología, hasta la tuya propia.
Por último, están los personajes. A pesar de ser presentados, hasta cierto punto y de forma intencionada, como estereotipos de las tres ideologías representadas por sus países respectivos –el comunismo del agente ruso, el liberalismo progresista de la norteamericana y el rancio franquismo del español–en absoluto resultan personajes planos. Todo lo contrario. A medida que avanza la lectura, se van revelando pliegues ocultos y capas más profundas de su personalidad y sus motivos.