
- Título: La canción de arena
- Autor: David Mancera
- Editorial: Obscura
- Formato: rústica con solapas
- Ilustración de cubierta: David G. Vaquero
- Nº de páginas: 169
- Disponible en e-book: sí
- Fecha de publicación: abril de 2024
- Fecha de lectura: abril de 2024
- Enlace de compra: web de la editorial
Hoy vengo a contarte cosas sobre una novela que ya anuncié por aquí poco antes de su publicación: La canción de arena, de David Mancera. Se trata de una novela de fantasía con un argumento y ambientación muy originales pero que, al mismo tiempo, provocará ecos o resonancias familiares en quien la lea. Te hablaré de la trama, del mundo en el que se desarrolla y del mensaje que me ha sugerido, por este orden.
La trama
En La canción de arena confluyen dos hilos argumentales que, además de estar entretejidos a través del papel que en ellos desempeñan los distintos personajes, tienen mucho que ver con el fondo y las ideas que transmite su lectura, como comentaré más adelante.
Por un lado, tenemos la historia de las serpientes de arena, con dos protagonistas principales: Nilo, una cazadora de serpientes, cuyo padre ha resultado muerto tras encontrarse con un ejemplar de tamaño y comportamiento extraordinarios; y Marnelia, hija de un comerciante y aspirante a senador, que tiene extraños sueños en los que un hombre vestido de blanco trata de enseñarle una lengua basada en notas y armonías musicales.
La segunda trama tiene que ver con una guerra que dura ya más de setenta años, entre la república de Triria y su único territorio inconquistado en el continente, el reino de Purmak. Aunque ambos contendientes comparten una frontera, las auténticas batallas, donde mueren miles de soldados de ambas facciones cada año, se libran en el lejano continente de ultramar –como, por desgracia, ocurre en el mundo real–. El personaje que, dentro de La canción de arena, desempeña un papel más destacado en esta subtrama es Iuvio Frontelio, agente de Triria que coincide con Nilo en su viaje hacia la capital.
El mundo
Los lectores de novelas de fantasía cada vez nos estamos volviendo más exigentes en cuanto a los mundos a los que nos transportan estos libros, sobre todo los que llevamos muchos años consumiendo todo tipo de material fantástico. Buscamos mundos diferentes, originales y que nos sorprendan, que no constituyan un mero calco de obras ya leídas. Y eso es algo que David Mancera consigue más que sobradamente en una novela relativamente corta –sobrepasa por poco las 40.000 palabras– como es esta.
La canción de arena se desarrolla en un planeta con dos soles y cubierto en su mayor parte por un mar de arena. No es un desierto, sino un auténtico mar, por el que navegan las embarcaciones gracias a una tecnología que, sin ser del todo mágica, sí tiene que ver con seres de otra realidad.
Los barcos no son lo único que atraviesa ese mar de arena: también las serpientes, gracias a sus espiráculos, son capaces de nadar y bucear por la arena. Su carne, sus escamas y su espermavermis son mercancías muy valiosas, por lo que la caza de serpientes es una actividad muy lucrativa, en la que se especializan algunos de los pueblos que componen los dominios de Triria.
En cuanto a su organización política, recuerda poderosamente a la del imperio romano, con senadores y cónsules elegidos en votaciones no exactamente populares. Incluso hay algo parecido a un coliseo y las peleas de gladiadores, pero solo parecido: la Midrava.
Si lo del mar –insisto, navegable– de arena ya es bastante original en sí, lo de la Midrava me parece un auténtico alarde de imaginación y, además, da pie al autor para relatar una de las escenas de acción más trepidantes y originales que he encontrado en novelas de fantasía. No te la cuento, así que tienes que leer La canción de arena para entender por qué.
Aunque el mundo que nos muestra David Mancera en esta novela resulta sorprendente y original, una no puede evitar sus «resonancias mentales», a veces basadas simplemente en los nombres elegidos por el autor. Así, los jinnis, aunque el concepto no se les parezca en absoluto, para mí son como los djinns de la fantasía oriental, del mismo modo que el pueblo nazawí, al que pertenece Nilo, que se cubre toda la cara excepto los ojos con un bukar, para mí son tuaregs marineros.
Otros «ecos mentales» me han llevado hasta Juego de Tronos: la capital de Triria, cuyo nombre tradicional es Refugio de Reyes, la región de Volintia, donde se fabrica el escaso y excepcional acero volintio, o Dornaria… Y no puedo resistirme a nombrar también al maestro Yoda, de Star Wars, porque así me suena la forma de hablar de ciertos extranjeros cuyo papel, aparentemente secundario, resultará de vital importancia.
El fondo
Como decía al principio, La canción de arena contiene dos mensajes, para mí muy claros, íntimamente relacionados con las dos tramas de las que te hablé: uno antibelicista y otro ecologista.
El mensaje antibelicista se pone de manifiesto en la trama que maneja Iuvio Flavio y en la que se Nilo y el resto de personajes se ven involucrados. Pero no pienses que David Mancera escribe un panfleto pacifista: aunque lo que está mal queda claro desde el principio, lo que está bien y lo que se puede o debe hacer para corregir el mal también tiene sus claroscuros. Si para combatir el mal usamos los mismos medios que utilizan nuestros enemigos, ¿no nos convertimos en aquello contra lo que luchamos?
El otro mensaje, que tiene que ver no solo con el ecologismo, sino también con el respeto a quienes no se nos parecen y con la comunicación como herramienta para conseguirlo, nos lo transmiten las propias serpientes de arena, cazadas, explotadas y esclavizadas por los humanos, como simples animales de granja, y los jinns, cuyo destino, aunque no tenga la misma presencia en la novela, es bastante similar.
La propina
Este epígrafe va de propina porque no lo anuncié al principio. Pero no puedo dejar de comentar el gustazo que supone leer a David Mancera: escribe de forma impecable, utilizando palabras cuidadosamente escogidas, con descripciones sumamente precisas y, al mismo tiempo, poéticas y evocadoras. Esto, unido a la preciosa edición que se ha marcado Obscura Editorial –con mapa del continente, ilustración de la Midrava y magnífica cubierta, todo de David G. Vaquero– hacen de La canción de arena uno de los libros que más he disfrutado en lo que va de año.