EL DÍA DE LOS TRÍFIDOS: originalidad

El día de los trífidos, de John Wyndham
  • Título: El día de los trífidos
  • Autor: John Wyndham
  • Editorial: Alianza-Runas
  • Formato: rústica con solapas
  • Nº de páginas: 257
  • Traducción: Catalina Martínez Muñoz
  • Diseño de cubierta: Octavi Segarra
  • Fecha de publicación: enero de 2021
  • Fecha de lectura: febrero de 2021
  • Enlace de compra: Cyberdark (solo papel), Amazon, Casa del libro (papel y e-book)

Aunque procuro leer todos los clásicos de la ciencia ficción que me perdí en su momento y que ahora se reeditan –y también algunos que puedo conseguir en ediciones antiguas–, lo cierto es que no suelo reseñarlos aquí. Por un lado, pienso que son obras sobradamente conocidas, que no necesitan mucha promoción para llamar la atención de los aficionados. Por otro, estoy segura de que ya se ha escrito y dicho sobre ellas mucho más y mejor de lo que yo puedo aportar.

Sin embargo, hay ocasiones en que una de estas lecturas de libros que ya tienen sus años me estimula tanto las neuronas que me obliga a pararme a reflexionar. O a investigar más sobre algún tema concreto que llama particularmente mi atención. Este es uno de esos libros, y no sé reflexionar si no es escribiendo para ordenar mis ideas, así que ¿por qué no compartir el resultado? Para eso tengo un blog, ¿no?

Sobre el argumento de la novela, poco puedo contar que no se sepa: una súbita epidemia de ceguera –por llamarlo de alguna forma– y unas plantas asesinas –los trífidos– ponen en jaque las bases de la civilización y devuelven a la especie humana a un estadio primitivo cuya máxima podría ser «sálvese quien pueda». A partir de entonces, asistimos en primera persona a la lucha del protagonista, Bill Masen, por asegurar su supervivencia, para lo cual tendrá que enfrentarse no solo a los trífidos, sino también a sus congéneres.

Sobra decir que el libro es muy bueno. Se disfruta desde la primera página hasta la última y es de esas lecturas que no se pueden interrumpir si no es a base de fuerza de voluntad. Además de las peripecias de los protagonistas, el propio Masen nos va poniendo en antecedentes sobre lo que ha podido llevar al mundo a esa situación: el polvo de un cometa, presunto causante de la ceguera; la aparición de los trífidos y su incierto origen; el posible papel de los satélites artificiales y la guerra fría en todo el asunto… La intriga y el entretenimiento están asegurados.

Por otro lado, probablemente el origen de esta historia se encuentre en el temor a una escalada nuclear, de consecuencias potencialmente agravadas por la carrera espacial entre las potencias surgidas después de la II Guerra Mundial. Así que el libro no solo proporciona entretenimiento, sino también un mensaje trascendente muy consecuente con la época en la que fue escrito.

Además, esta edición cuenta con una nueva traducción, a cargo de Catalina Martínez Muñoz, que seguro que juega a su favor a la hora de hacerlo más atractivo tanto para quienes nos acercamos a la obra por primera vez como para quienes ya la conocían.

El día de los trífidos, Minotauro, 1967
Edición de Minotauro, de 1967

Y, ahora, mis «idas de olla»

Pero en realidad, lo que más me apetece comentar de la novela es su papel como precursora de muchas de las obras de ciencia ficción y terror que surgieron después. Al leerlo en el siglo XXI por primera vez, como es mi caso, se puede tener la sensación de que algunas partes de la historia ya se han contado en cientos de ocasiones. Es inevitable hacer asociaciones y encontrar elementos que resuenan familiares en la mente. Pero es que El día de los trífidos se publicó por primera vez en 1951, mucho antes que, por ejemplo, Ensayo sobre la ceguera (Alfaguara, 1995), de José Saramago –una de esas asociaciones inevitables de las que hablaba.

La primera mitad de la historia transcurre en un Londres donde los pocos que aún conservan la vista son perseguidos por grupos organizados de ciegos y utilizados como lazarillos esclavos. Si esta parte podría ser perfectamente precursora o inspiración de la conocida obra de Saramago, la segunda mitad, en la que el protagonista viaja por la zona rural de Inglaterra encontrando diversas comunidades de supervivientes, me ha traído a la cabeza, casi letra por letra, series postapocalípticas como The Walking Dead. La contraposición entre la cooperación y la dominación, la lucha por el control de los recursos, los intentos de reconstruir o remedar la civilización en pequeñas comunidades autosuficientes… Son ya temas clásicos en toda la imaginería postapocalíptica, especialmente en la literatura Z, y que aparecen claramente y quizás por primera vez en El día de los trífidos.

¿Y qué decir de las plantas asesinas, llegadas de no se sabe dónde? La invasión de los ultracuerpos, la novela de Jack Finney que hicieron famosa sus posteriores adaptaciones al cine, se publicó en 1955, cuatro años después que el libro de Wyndham. Roger Corman rodó La tienda de los horrores en 1960. También en nuestro país tenemos por esa época ejemplos de literatura de ciencia ficción con plantas extraterrestres hostiles, como Las estrellas amenazan, de Van S. Smith, seudónimo de Pascual Enguídanos, prolífico autor de novelas de serie B*. Como ejemplo más reciente, M. Night Shyamalan hace que las plantas emitan neurotoxinas que incitan al suicidio en El incidente (2007).

Así que puede que quien lea ahora por primera vez El día de los trífidos no encuentre nada especialmente novedoso en él. Pero lo que sí encontrará es lo que probablemente sea el origen de muchos de los iconos y lugares comunes que nos hemos acostumbrado a ver y disfrutar en obras posteriores. Por lo que nadie podrá negarle a este libro su originalidad, en todos los sentidos de la palabra.

*

Nota: algunos de los títulos que menciono no los he leído o directamente desconocía su existencia, así que debo agradecimiento eterno a páginas como Sitio de ciencia-ficción y La tercera fundación. Y también agradeceré comentarios a este post sugiriendo otras obras en las que se pueda apreciar la larga sombra de los trífidos.

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