
- Título: Un círculo completo
- Autora: Beatriz Alcaná
- Editorial: Premium
- Formato: rústica con solapas
- Disponible en e-book: no
- Nº de páginas: 102
- Ilustración de cubierta: Frente al Teatro del Vaudeville en París, de Jean Beraud
- Fecha de publicación: octubre 2024
- Fecha de lectura: marzo 2025
- Enlace de compra: web de la editorial
Hoy te traigo la novela ganadora del XVIII premio Encina de Plata de novela corta, convocado por el Ayuntamiento de Navalmoral de la Mata. Antes de empezar a hablarte de Un círculo completo, me parece interesante destacar que este premio no es uno de los «habituales» de los aficionados a los géneros fantásticos. De hecho, el tema de las novelas es libre y el jurado está compuesto por escritores y académicos de la RAE nada sospechosos de frikismo –Luis Mateo Díez, José María Merino, Gonzalo Hidalgo Bayal, Luis Landero y PIlar Galán–. Así que Beatriz Alcaná tiene, para mí, doble mérito: el evidente de alzarse con el premio y el «más difícil todavía» de haberlo hecho con una novela de ciencia ficción, convenciendo a un jurado de escritores «realistas». Así que vaya por delante mi sincera enhorabuena y mi aplauso más entusiasta.
Y, ahora sí, voy a hablarte de esta novela corta tan bien escrita y tan sugerente. Estamos en un futuro indefinido, en el que la tecnología permite desgajar ciertos momentos históricos de la corriente temporal, creando bucles artificiales que se pueden visitar, tanto con fines de esparcimiento como de estudio. No se trata de auténticos viajes en el tiempo, porque esos bucles tienen una duración limitada, de unos pocos días a varios meses, tras lo cual vuelven a reiniciarse, siempre que haya cientes interesados en visitarlos. De alguna forma, esta explicación recuerda a los «muñones» de The Peripheral de Gibson, pero los de Alcaná son «más muñones» todavía, porque la línea temporal no continúa.
Los bucles escindidos eran las nuevas playas de Biarritz. Quien podía permitírselo pasaba sus buenas temporadas en los más largos, que por regla general había costado horrores estabilizar. Los demás se conformaban con contratar estancias más breves: un fin de semana para ser testigo de las cargas policiales durante la noche de las barricadas de 1968, seis días en el París de Hemingway o una semana para disfrutar de Belle Époque en todo su esplendor. Lujos miserables para los que había quien se pasaba el resto del año ahorrando.
La protagonista, Viviane, es una especie de «guía turística» en uno de esos bucles situado en París en 1910, en plena Belle Époque. Su tarea consiste en acompañar a los turistas del tiempo, facilitándoles el acceso a los lugares más emblemáticos y a las personalidades más reconocidas y también procurando que no metan la pata con anacronismos involuntarios o cometiendo actos que pudieran vulnerar la lógica temporal.

El «conflicto» aparece cuando Viviane se enamora de un poeta francés que vive en su «muñón» parisino. Cada vez que se reinicia el bucle, Viviane orquesta un encuentro «casual» con el fin de entablar una relación que resulta a todas luces imposible, pues a los pocos días el bucle finalizará y todo volverá a empezar de nuevo. En mi cabeza, veo una mezcla de El día de la marmota (Harold Ramis, 1993) y 50 primeras citas (Peter Segal, 2004), solo que sin el tono humorístico.
La pasión de Viviane por el arte y las letras se mezcla con su obsesión por ese poeta muerto hasta un punto tal que la llevará a tomar una decisión extrema, por lo irreversible y por lo arriesgada. Aunque la historia sea radicalmente distinta, si hablamos de amores imposibles en el tiempo, la referencia a El secreto del orfebre, de Elia Barceló, es obligada. Pero, además de la parte romántica, Un círculo perfecto tiene otros elementos que merece la pena destacar.
Hay un segundo personaje relevante en la novela, Denis Dumont, compañero de trabajo y enamorado de Viviane, evidentemente no correspondido. A través de los ojos de Denis observamos con sentido crítico el futuro imaginado por Beatriz Alcaná: las condiciones de trabajo de los «mediadores observacionales» –los guías turísticos del tiempo–, las relaciones sociales alrededor de la gran terminal donde se ubican los portales –o puentes– de entrada a los bucles y, sobre todo, cuestiones éticas sobre los posibles usos de esa nueva tecnología.
También es muy notable el efecto «inmersión total» en la Belle Époque parisina que la autora consigue a través de la mención y las descripciones de lugares emblemáticos, como la Ópera de París o las orillas del Sena y sus bouquinistes. Todo ello, con una deliciosa envoltura de arte y literatura. En las páginas de Un círculo perfecto nos encontramos menciones a los poetas simbolistas franceses, a Hemingway, pero también óperas que crearon gran escándalo en su tiempo o, lo que ya terminó de conquistarme, a Mallory y las leyendas artúricas. En resumen, una delicia para amantes de las artes y las letras.