
- Título: ¡Dehágase la luz!
- Autor: César Narganes
- Editorial: Niña Loba
- Formato: tapa blanda, e-book
- Nº de páginas: 206
- Ilustración de cubierta:
- Fecha de publicación: octubre de 2019
- Fecha de lectura: julio de 2020
- Enlace de compra: web de la editorial. También disponible en digital en Lektu
Hoy os traigo un libro de ciencia ficción «a la española»: de autor español, con protagonistas españoles y ambientado en España. La verdad es que recuerdo haber leído pocos libros con todas estas características, y eso que procuro leer mucha literatura de género escrita en castellano.
¡Deshágase la luz! es una historia de primer contacto. Solo que es un primer contacto totalmente diferente a cualquier otra cosa que hayas leído antes. Un ser inteligente extraterrestre llega a la Tierra, pero no lo hace en una nave espacial, sino en… Un tren. No aterriza en Estados Unidos, sino en un campo de naranjos cerca de Valencia. No es el representante de una raza alienígena sino que, al parecer, es único en su especie. No es antropomórfico ni deja de serlo, más bien… Es. No procede de un planeta muy muy lejano, sino… Esto mejor dejo que lo descubras por tu cuenta.
En realidad el primer encuentro no es el del campo de naranjos, sino el del ser extraterrestre con Enrique, un tipo un tanto caradura y oportunista que se convertirá en el portavoz –por llamarlo de alguna manera– del recién llegado. Esta circunstancia hará que se impliquen también en la historia Valeria, su ex-novia periodista y Pablo, el fotógrafo que suele acompañarla y que no es lo que parece.
Por supuesto, un acontecimiento de este tipo no puede quedar entre amigos, y las dos principales superpotencias mundiales se sentirán impelidas a intervenir. El presidente de Estados Unidos, erigiéndose, cómo no, en representante de la humanidad, intenta hacerse cargo de la situación, pero el asunto se le escapa de las manos, incluso con el apoyo incondicional –léase mangoneo– de su esposa, una Primera Dama de armas tomar. El Vaticano también se siente amenazado y envía a su servicio secreto –La Entidad–, pues claramente la existencia de vida inteligente fuera de la Tierra pone en cuestión todos los dogmas de la iglesia católica. Ojalá eso fuera todo lo que se va a poner en cuestión.

Lo que sucede a continuación podría calificarse como una comedia de enredo a nivel cósmico-internacional. La absoluta incomprensión hacia las intenciones del ser extraterrestre por parte de los poderes fácticos dará lugar a malentendidos y confusiones, actos hostiles provocados por la ignorancia y venganzas desmesuradas pero, sobre todo, a conversaciones y diálogos entre surrealistas y desternillantes –o precisamente desternillantes por surrealistas.
Y es que ¡Deshágase la luz! está escrito en clave de humor. Es un humor disparatado y absurdo en apariencia, pero del que no da puntada sin hilo. Buena parte del disparate y el absurdo vienen propiciados por el personaje de Khan, el extraterrestre, absolutamente ajeno a las pasiones y sentimientos humanos, y que observa nuestro comportamiento con curiosidad y extrañeza. Aquí es donde encuentro uno de los grandes aciertos del libro: el tono de humor y la evidente exageración no impiden que la mirada absolutamente objetiva y aplastantemente lógica de Khan ponga en evidencia lo absurdo de algunas de nuestras actitudes y comportamientos, a nivel tanto individual como de especie.
En algunos momentos, precisamente por ese humor absurdo pero certero basado en la extrañeza de quien nos observa sin comprendernos, Khan me ha recordado al Gurb de Mendoza, unos de mis extraterrestres favoritos de todos los tiempos. A pesar de ser omnipontente en apariencia, hace gala de una inocencia casi infantil y absolutamente entrañable. Hay que decir también que el personaje evoluciona a lo largo de la novela. Aprende en compañía de sus guías humanos y parece que termina tomándonos cierto cariño como especie, aunque en el fondo siga sin entendernos y prefiriendo a los pulpos.
Además de la presentación aguda y socarrona, no exenta de cierto cariño, de algunas características innatas del ser humano «visto desde fuera», en ¡Deshágase la luz! se encuentra también una posible respuesta a la cuestión primigenia del origen del universo que, por supuesto, no le gusta nada al Vaticano en la novela ni creo que le gustara tampoco en la vida real. Evidentemente, esa respuesta no tiene más base que la propia imaginación del autor, pero sabemos tan poco acerca de quiénes somos y qué hacemos aquí, que cualquier objeción podría rebatirse con un «¿y por qué no?».
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