Una casa sobre tus huesos: un cuento macabro

Esta novellette fue la ganadora del I Premio Lestat de Lioncourt, convocado por la editorial Dimensiones Ocultas y fallado en enero de este año. Y, la verdad, no me extraña nada que Marina Tena resultase la ganadora, porque es una de las mejores escritoras de terror que tenemos en la actualidad en nuestro país. Ya lo ha demostrado sobradamente con Legado de plumas o Nos devoró la niebla, entre otras.

Uno de los rasgos que caracterizan a los libros de esta autora es que siempre tienen comienzos que no solo captan tu atención y te crean fuertes expectativas –o, directamente, avidez por seguir leyendo–, sino que además resumen a la perfección el tipo de historia que vas a encontrarte. En este caso, el prólogo de la novela, apenas dos páginas, cumple esa función. Reproduzco solo sus últimas líneas:

–Había una vez un rey que tenía tres hijas…

Todos los reyes tenían la cara de mi padre cuando cerraba los ojos para imaginármelos.

Todas las princesas tenían mis manos.

Todos los castillos eran de piedra gris, cristales y huesos.

Todas las madres estaban muertas.

Una casa sobre tus huesos, pág. 11

Marga vive sola con su padre en una casa protegida por altos muros de piedra y rodeada por un frondoso bosque. Tiene terminantemente prohibido traspasar esos muros, pero su padre le asegura que, tras ellos, están a salvo de todo, incluso del fin del mundo. No es la única prohibición: bajo la casa hay una habitación roja que permanece cerrada para que Marga no pueda entrar.

Una casa sobre tus huesos es un cuento muy oscuro,´donde el lector puede reconocer elementos presentes en muchos de los cuentos tradicionales –una madre ausente, una niña recluida tras los muros de su casa, una habitación prohibida, un padre que guarda secretos…–, pero desde las primeras páginas, la atmósfera que se respira es mucho más densa, extraña e inquietante de lo que es habitual en los cuentos infantiles.

Marina Tena consigue crear ese ambiente mediante pequeños detalles discordantes: pájaros muertos, insectos en el cabello, extraños ruidos nocturnos que parecen llantos… A medida que avanza la lectura, esa discordancia deja de serlo para cobrar absoluto protagonismo y sumergirte en una atmósfera extraña, infantil e inocente –es la propia Marga la narradora de su historia– al mismo tiempo que siniestra y aterradora.

Aunque la historia está contada por su protagonista, por lo que el lector, en teoría, debería ir descubriendo junto a ella los terribles secretos que se guardan tras los muros de la casa, el título de la novela es bastante revelador y las pistas abundantes, por lo que el descubrimiento final no es realmente sorprendente. Y seguramente la sorpresa no es el efecto buscado por la autora. En mi opinión, la «gracia» de esta novela reside simplemente en leerla, dejándote atrapar por su atmósfera y por el personaje de Marga, acompañándola en su jardín de flores muertas y hojas secas, con la única compañía de sus impertinentes muñecas.

La protagonista es una de las que dejan huella. Marga es una niña y se comporta como tal: acepta las normas impuestas por su padre, pero no siempre las cumple a rajatabla. Hasta que empieza a cuestionárselas y a hacerse preguntas para las que no obtiene respuesta de su progenitor. Pero se ha criado en total aislamiento y en un lugar tan insólito que acepta con naturalidad lo que a otros niños les resultaría repugnante: insectos, gusanos, pájaros muertos y extraños lamentos nocturnos forman parte de su día a día. En seguida queda claro que Marga es diferente.

Dicen que los niños son crueles, y Marga no es una excepción. Hará cosas que le duelen en el alma al lector –esta lectora amante de los perros lo pasó particularmente mal– pero, aun así, no podrá dejar de comprender ese egoísmo cruel acuciado por la soledad y la necesidad de compañía.

Además del personaje protagonista, complejo y fascinante, Una casa sobre tus huesos tiene un aliciente más, y es la prosa de Marina Tena. Delicada, sugerente, llena de imágenes tan sutiles como efectivas para la creación de esa atmósfera que impregna todo el texto. Consigue que la lectura sea una experiencia inmersiva como pocos autores son capaces de hacer.

En definitiva, Una casa sobre tus huesos, sin ser un retelling de ningún cuento tradicional ni una historia de casas encantadas, podría ser una mezcla genial de ambos géneros, con el añadido de una protagonista bastante insólita, un trasfondo de lo más macabro y una pizca de la leyenda de Annabel Lee, aunque no haya ningún reino junto al mar.