
- Título: La mala mujer (Moisés Corvo, nº1)
- Autor: Marc Pastor
- Editorial: Alianza
- Formato: rústica con solapas
- Idioma original: catalán
- Traducción: Juan Carlos Gentile Vitale
- Nº de páginas: 283
- Diseño de cubierta: Octavi Segarra
- Diseño e imágenes interiores: Braño Matis
- Fecha de publicación: marzo de 2020
- Fecha de lectura: junio de 2020
- Enlace de compra: web de la editorial (enlaces a distintas plataformas de venta)
Este libro, publicado originalmente en catalán con el título La mala dona (La Magrana, 2008) se alzó con el Premio Crims de Tinta en su primera edición y, desde entonces, ha sido traducido a varios idiomas, además del castellano. Alianza Editorial recupera ahora esta obra emblemática en una edición ilustrada y muy cuidada.
La mala mujer cuenta la historia de Enriqueta Martí, popularmente conocida como La vampira del Raval o La vampira de Barcelona. Asesina en serie, secuestradora de niños y proxeneta, cometió sus crímenes –probablemente– entre 1906 y 1912, año en que fue detenida para morir en la cárcel, a la espera de juicio, un año después. Su historia ha sido investigada en múltiples ocasiones desde entonces, la versión oficial de los hechos ha sido puesta en duda y pueden encontrarse numerosas obras, de ficción y no ficción, sobre este controvertido personaje.
Este libro de Marc Pastor que tenemos entre manos es una versión novelada –y, por lo tanto, libre– pero muy bien documentada de la historia de Enriqueta Martí. Los episodios narrados en la novela se corresponden, casi punto por punto, con los hechos históricos que se pueden encontrar sobre esta mujer en la abundante literatura a la que ha dado lugar. La única libertad narrativa que se toma el autor es la que tiene que ver con la intervención de Moisés Corvo, auténtico protagonista de la novela y personaje que Pastor retomaría en Bioko (Moisés Corvo, nº2) (Amsterdam en catalán y Planeta en castellano, 2013).
Pero vamos a la parte literaria, que es la que nos interesa. La mala mujer se puede encuadrar en el género de novela negra, aunque después comentaré algún matiz sobre esto. El conocer o no de antemano la historia real de Enriqueta Martí no es ni ventaja ni impedimento para disfrutar de una historia narrada con maestría y ambientada con arte en una ciudad y una época muy familiares para el público español.
La narración es muy ágil: frases cortas y precisas, diálogos rápidos, sin apenas peroratas, descripciones magistralmente conseguidas con apenas un par de pinceladas. Todos estos elementos, unidos al tiempo presente que adopta el narrador, dan a la novela un cierto aire cinematográfico. El lector tiene siempre la impresión de estar contemplando una escena, a veces varias a la vez o en sucesión muy rápida, como en una película.
Sería una película con mucho suspense: hay niños secuestrados o desaparecidos; hay una investigación policial que, a medida que se acerca al esclarecimiento de la verdad, se topa de frente con los intereses de las clases privilegiadas; un policía cínico, desengañado, de vuelta de todo, pero que aún conserva un punto de decencia, sobre todo cuando las víctimas son niños, inocentes siempre.
Esta película tendría además su punto costumbrista. El elenco de personajes y los escenarios en los que transcurre la acción ofrecen al lector-expectador una visita inmersiva a la sociedad barcelonesa de principios del siglo pasado. Y hay que decir que el paisaje que se le ofrece está lejos de toda idealización. La mayor parte de las escenas se desarrollan en el barrio de El Raval, entre prostíbulos, tabernas, buscavidas y personas embrutecidas por la miseria. Cuando la investigación lleva a Corvo a los barrios altos, cambia el escenario, pero no la catadura moral de los personajes. En esta película no hay ningún personaje al que pudiéramos calificar de «bueno».
Esa cámara imaginaria que observa de forma inmisericorde todo lo que ocurre en El Raval nos muestra toda la miseria, material y humana, en la que se mueven los protagonistas y secundarios de la historia. Así, lejos de un costumbrismo amable, nos enfrentamos más bien a la exposición, sin ambages, de la peor cara de la condición humana.
La película tendría también valor histórico. Retrata la ciudad de Barcelona, como muchas otras, dividida entre ricos y pobres, en las primeras décadas del siglo XX, época caracterizada por una gran conflictividad social y que asistió al nacimiento de los movimientos sindicales. Todavía está reciente en la memoria de la ciudad la Semana Trágica y sufre en las carnes de sus habitantes las consecuencias de la Guerra del Rif. Todo esto forma parte esencial de la ambientación de la novela, que se convierte así en un retrato hiperrealista de una ciudad concreta en una épcoca histórica concreta.
Un efecto que se aprecia a lo largo de toda la novela, pero que no estoy segura de que se pudiera llevar de la misma forma al cine es la integración total y absoluta de la ciudad de Barcelona en el libro. No diré esa frase tan manida de «como un personaje más», pero sí como un ser vivo, que siente y respira y late al ritmo de las gentes que la pueblan, de sus inquietudes y preocupaciones.
Como decía al principio, La mala mujer es una novela negra con todos los elementos tradicionales de este género: las desapariciones de niños, los pormenores de la investigación policial, el policía cínico y corrupto que, sin embargo, se toma en serio su trabajo –incluso contra la oposición de sus superiores–, etc. Sin embargo, tiene también otras características que la harán especialmente atractiva a los aficionados al género fantástico.
Por un lado, la propia figura de Enriqueta Martí, sanadora y fabricante de pócimas con supuestos poderes curativos o rejuvenecedores, se acerca bastante al concepto de bruja tradicional. La imaginación popular también le atribuyó prácticas vampíricas o de chupasangres. De esta forma, la asesina múltiple de esta novela negra es también una bruja-vampira, más propia del género de terror. El hecho de que fuera una persona de carne y hueso no resta un ápice al horror que es capaz de provocar.
Por otro lado, he dejado intencionadamente para el final el elemento que más me ha sorprendido de La mala mujer y que no es otro que su narrador. Aunque se identifica desde las primeras páginas de la novela, no seré yo quien desvele ahora su identidad. Sí diré que se trata de un narrador poco habitual y con una posición privilegiada desde la que ofrecernos su particular punto de vista sobre la historia y los personajes. Como amante del género fantástico, creo que es un mérito adicional en una novela ya cargada de ellos.