
- Título: La historia triste de un hombre justo
- Autor: Ángel González Olmedo
- Editorial: Red Key Books
- Formato: rústica con solapas
- Nº de páginas: 514
- Disponible en e-book: sí
- Imagen de cubierta: ArtStation, Satine Zillah
- Fecha de publicación: febrero de 2022
- Fecha de lectura: marzo de 2022
- Enlace de compra: web de la editorial
La historia triste de un hombre justo, de Ángel González Olmedo, es la carta de presentación en sociedad de la recién nacida Red Key Books, editorial especializada en géneros fantásticos con intención declarada de publicar tanto traducciones como obras de autores y autoras nacionales. Y esta es su primera propuesta de «género patrio».
Probablemente, lo primero que llama la atención de la novela sea el ambicioso y original mundo que construye el autor, con una singular mezcla de elementos que sitúan la obra a caballo entre la fantasía, la ciencia ficción y el steampunk, pero que la hacen también muy cercana a la novela histórica. Sorprendente, ¿verdad? Me explico un poco mejor, procurando contar lo mínimo del argumento.
El escenario
Toda la novela se desarrolla en la ciudad-estado de Ísbar, gobernada por un emperador y su valido gracias a un frágil equilibrio de poderes entre los distritos que la componen, cada uno con sus propias oligarquías e intereses particulares.
La idea más novedosa de La historia triste de un hombre justo es, sin duda, el concepto de armonización que, aunque lo parezca, no debe confundirse con la magia, puesto que se trata de algo tan mundano como el poder de alterar la realidad utilizando las ondas musicales. Es una habilidad que puede adquirirse con el estudio pero, como ocurre con la música en sí misma, hay quien tiene oído para ella y quien tiene oreja: las personas con un talento innato para la armonización, si lo cultivan, pueden mostrar capacidades asombrosas y cualquier instrumento musical, en sus manos, puede convertirse en un arma mortal.
Todo lo dicho hasta ahora induce a pensar en una novela de pura fantasía, pero en seguida aparecen elementos que la acercan también a la ciencia ficción y llevan al lector a otro planeta, como los anillos y astros que se observan en el cielo de Ísbar y su influencia sobre los usos, costumbres y normas de sus ciudadanos. Además, a pesar de estar ambientada en una sociedad muy parecida a la de los siglos XVI o XVII de nuestra historia, aparecen autómatas e ingenios a vapor, lo cual crea un escenario de fondo con un inegable aire steampunk.
Si la mezcla de varios géneros fantásticos entre sí siempre es bienvenida, por original y refrescante, el resultado aún puede mejorarse si añadimos una pizca de novela histórica. Y es que la sociedad de Ísbar, aunque esté situada en un planeta diferente, y a pesar de contar con armonizadores y autómatas, nos recuerda inevitablemente alguno de los episodios más negros de nuestra propia historia, con el poder terrenal y la injerencia en política de la Iglesia, con su Santo Oficio y sus autos de fe, que también son elementos centrales de la novela.

El tema y la trama
La historia que se narra en el libro es una de misterio, venganza y aventuras. Hay un asesinato que resolver y un asesino que parece eludir las leyes de la armonización –que en este mundo es como decir las leyes de la Física–. Hay una antigua afrenta, una venganza pendiente y muchas preguntas que esperan respuesta. Hay refriegas, escaramuzas, luchas a espada, cuchillo y arpa de muñeca, persecuciones y acción a raudales, pero también intrigas políticas, luchas de poder, manipulación, tráfico de influencias y el reflejo de una sociedad dividida entre «los de arriba», ricos, nobles y poderosos que siempre llevan las de ganar, y «los de abajo», luchando por sobrevivir otro día en la más absoluta miseria, hasta que ya no tienen nada que perder.
Sin embargo, si hay un tema recurrente a lo largo de la novela, es el del enfrentamiento entre ciencia y religión, entre razón y fe, si se prefiere. Como antes mencionaba, en Ísbar la sombra de la Iglesia es alargada y marca el ritmo en la vida de los ciudadanos. Más aún en la de los armonizadores, sobre todo los laicos, sujetos a estrictas normas sobre cómo y cuándo armonizar –especialmente cómo y cuándo no hacerlo– y siembre bajo el atento escrutinio de los urdidores, especialistas en detectar el uso de escalas prohibidas. En realidad, no es la religión o la fe en sí lo que se cuestiona en la novela, sino el abuso de poder que, en su nombre, ejercen sus representantes terrenales.
Por otro lado, aunque el asesinato y la mayoría de las preguntas quedan resueltas, la novela no es del todo autoconclusiva. El final está manifiestamente pensado como entradilla o preparación para una segunda parte que espero veamos pronto publicada.
Lo que me trae a la cabeza
Otra de las características más distintivas de La historia triste de un hombre justo es el lenguaje «de sabor añejo» con el que está escrita. No es infrecuente encontrar este tipo de prosa en novelas de ambientación histórica, sobre todo en los diálogos, pues en boca de personajes que se supone vivieron hace siglos un vocabulario más actual resultaría anacrónico. Si has leído alguna de las entregas del Capitán Alatriste, de Pérez Reverte, sabrás a lo que me refiero. Pero, al estar escrita esta novela en primera persona, la voz del narrador debe ajustarse también al tono de la época, por lo que resulta que toda ella rezuma ese habla arcaizante y, por momentos, castiza, lo cual constituye un elemento más que acerca esta obra a la ficción histórica.
Por similitudes en la ambientación y en la aparición de artefactos de tecnología anacrónica también puede recordar en ciertos momentos a Alba de tinieblas (Alamut/Bibliópolis, 2018), de Eduardo Vaquerizo. Y, aunque no caí en la cuenta mientras leía, al empezar a escribir esta reseña me vino también a la cabeza el Cosmere de Sanderson, por esos mundos de corte fantástico ambientados en sistemas planetarios más propios de la ciencia ficción y por esa magia que, en realidad, no lo es del todo, pues se asienta firmemente en leyes físicas e inmutables propias de cada sistema.
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