
- Título: Canciones de amor para tímidos y cínicos
- Autor: Robert Shearman
- Editorial: La máquina que hace Ping!
- Formato: rústica con solapas
- Nº de páginas: 318
- Traducción: Roberto Pino Botella
- Ilustración de cubierta: Juan Alberto Hernández
- Fecha de publicación: julio 2020
- Fecha de lectura: agosto 2020
- Enlace de compra: web de la editorial
Aunque este libro es el primero de Robert Shearman que vemos publicado en España, es en realidad su segunda colección de relatos. Con la anterior, Tiny Deaths (Comma Press, 2007), ganó el British Fantasy Award. Canciones de amor para timidos y cínicos, publicada en inglés dos años después, le otorgó de nuevo el premio británico de fantasía y, además, mereció el Shirley Jackson, uno de los más importantes en terror, suspense y fantasía oscura.
En realidad, esta colección de relatos es bastante difícil de clasificar, por la enorme diversidad de los cuentos que contiene. Son 16 + 1* textos bastante breves en general, en los que el hilo conductor es, como el título indica, el amor y, en gran medida, el humor. Pero tranquilos, no os voy a hablar de una comedia romántica. Meg Ryan se tiraría de los pelos si leyera este libro, porque no hay romanticismo ni tampoco comedia.
¿Y cómo es eso de que unos cuentos en los que se habla del amor con humor no contienen comedia ni romanticismo? Creo que la explicación es evidente. No todo el humor es comedia ni el amor es siempre romántico. De hecho, el humor puede ser negro, sarcástico o cínico y el amor puede resultar muy inquietante. Sobre todo bajo la pluma de Robert Shearman.
En esta colección de relatos, Shearman nos presenta las otras caras del amor, las que no se ven en las películas ni en los libros románticos. Y lo hace de una manera muy particular, utilizando casi siempre algún elemento fantástico, insólito o sorprendente.
En algunos de los relatos se intuyen respuestas locas a frases manidas en las relaciones amorosas. Por ejemplo, ¿cuántas veces hemos leído o escuchado en películas a algún personaje declarando su amor o describiendo su enamoramiento con la poética expresión «entregar el corazón» En el cuento Punzadas, Shearman toma esta frase y la hace literal. La fantástica ilustración de cubierta, de Juan Alberto Hernández, se basa precisamente en este relato. Como os podéis imaginar, el resultado es de lo más inquietante.
Otro cuento que hace pensar en esas preguntas aparentemente inocentes que hacemos a nuestro seres queridos es 14,2 –no es un número, es el título del relato–. «¿Me quieres? ¿Me quieres mucho? ¿Cuánto me quieres?». ¿Qué ocurriría si el amor realmente se pudiera medir? ¿Someteríamos a la persona amada a la prueba definitiva para saber cuánto nos ama? ¿Y si el amor que es capaz de albergar una persona fuese una cantidad fija a repartir entre todos sus seres queridos? ¿Y si el porcenaje que nos toca no nos parece suficiente? Una forma muy matemática de hablar de los celos.
El amor mal entendido a veces da lugar a relaciones tóxicas, de las que resultan dañinas para uno o los dos miembros de la pareja. Pero no conozco ninguna tan dañina como la que describe Shearman en Estar feliz. En este cuento un hombre se enamora de una mujer que es alérgica a la felicidad. La única forma de que ella se encuentre bien es hacerle infeliz a él y a todos los que le rodean.

También a veces confundimos amor con enamoramiento. La diferencia queda bastante clara en Desmoronamiento, donde una mujer nos cuenta las tres veces que se enamoró de su marido y las nefastas consecuencias de esa pasión irracional e incontrolada.
Una de las peores caras del amor es el riesgo de perder a la persona amada. El tema de la pérdida y el duelo no podía faltar en una colección de relatos sobre el amor. En Esa cosa que se arrastra, Shearman lo trata recurriendo a los fantasmas. En Luxemburgo, uno de mis preferidos, el tema es el mismo, pero es a la vez un bonito homenaje a José Saramago y su novela La balsa de piedra.
Los relatos que he comentado hasta el momento son bastante inquietantes, en general. Pero quizás el cuento más oscuro y sorprendente de los que se incluyen en esta recopilación sea El bigote de George Clooney. Narrado en forma epistolar o de diario, describe un curioso síndrome de Estocolmo que evoluciona de forma totalmente insospechada y sangrienta.
Sin embargo, no todos los cuentos son tan inquietantes. Hay alguno profundamente enternecedor, como Amor de tiempo compartido, que habla de la idealización a través del recuerdo.
Un relato en una línea completamente diferente a los que he comentado hasta ahora es Palabras de amor. Es una ingeniosa mezcla del mito de la creación, el Jardín del Edén (con Adán y Eva incluidos, además de algún otro animal) y Cyrano de Bergerac. Deliciosamente sorprendente.
En esta antología sobre el amor también hay espacio para criticar desde el humor el mundo editorial. Incluso hay espacio para la autocrítica. No trata el amor es un cuento divertidísimo, narrado en primera persona y que se refiere al propio libro Canciones de amor para tímidos y cínicos, su nominación a un premio parecido al Planeta español, por lo que cuenta el autor, y todo lo que ocurre durante la cena de gala. En este cuento el propio Shearman se permite machacar su propio libro y rebatir su propio concepto del amor. Épico.
Tan divertido como este, o incluso más, es Amor entre lobelias. El título del relato es también el título de una novela romántica cuyo autor es nada más y nada menos que el diablo. Y, cómo no, todo el que lee la novela va al infierno. Cuando el editor se entera de esta circunstancia, no duda en utilizarla como reclamo publicitario. Uno de mis favoritos (y el que abre la colección),
Me dejo algunos cuentos en el tintero, pero ya sabéis que reseñar antologías relato por relato no es lo mío, como tampoco lo es escribir reseñas kilométricas. Con los ejemplos que he escogido creo que os podéis hacer una idea general del contenido de esta colección. Hay un visión muy particular del amor y una forma muy particular también de exponerla. En cuanto al concepto de amor y lo que esperamos de una relación romántica, una puede estar o no de acuerdo con el autor. Pero la forma a mí me ha conquistado. No solo por las ideas locas y brillantes, como la de entregar tu corazón en un tupper a la persona amada, o la de medir la cantidad de amor que nos corresponde, sino por el tono y el estilo de escritura de Shearman. Los cuentos fluyen, casi se leen solos, y tanto los personajes como el lector aceptan con naturalidad los hechos insólitos que se narran. En definitiva, una colección de relatos que, sea una romántica o cínica, deja muy buen sabor de boca.
Si no has leído nada de Shearman antes, puedes hacerte una idea leyendo gratis su cuento Dígitos, publicado en Cuentos para Algernon. Uno de mis favoritos de este año.
* El libro contiene en realidad diciesiete relatos, pero uno está escondido. Así que es un libro con sorpresa. Un incentivo para rebuscar en el libro y masuñarlo un poco.
Me ha gustado la propuesta. A ver si me hago con él.
Un abrazo.