
- Título: Cuentos para Algernon Año IX
- Autores: Dale Bailey, Marie Brennan, John Crowley, Leah Cypess, Kurt Fawver, Jeffrey Ford, Alix E. Harrow, Michael Kelly, Naomi Kritzer, Laura Mauro, Ray Nayler, Robert Shearman, Stephen Volk
- Traducción y selección: Marcheto
- Formato: digital (EPUB, MOBI, PDF, FB2)
- Enlace de descarga: Cuentos para Algernon
- Precio: de risa, oiga
Si te gusta la literatura de género y eres habitual de la red del pajarito no puedes no conocer a Marcheto y su blog Cuentos para Algernon. Pero por si los despistes, una breve presentación antes de entrar en faena con la reseña. Desde hace algunos años –al menos nueve–, Marcheto consigue el permiso de distintos autores y autoras extranjeros para traducir y publicar en su blog relatos que a ella le han gustado y que permanecían inéditos en castellano. A un ritmo de un relato al mes hace este generoso regalo a todos los aficionados y aficionadas al género, dándonos la oportunidad de leer textos que de otro modo resultarían prácticamente inaccesibles para la mayoría de nosotros. Y además a un precio, como digo, de risa: totalmente gratis.
Además de publicar mensualmente los cuentos en su blog, a final de año los reúne todos –al menos aquellos para los que consigue el permiso– en una antología que también regala. Si te has perdido alguno durante el año o si te gusta tener todos los cuentos juntitos en un solo sitio, el mes de diciembre es el momento de descargar la recopilación, aunque todas están disponibles de forma permanente.
Además de ser increíblemente generosa al regalarnos su trabajo, también lo es al darnos a sus lectores y seguidores la oportunidad de opinar, cada año, sobre los autores y los cuentos que más nos han gustado, a través de su encuesta anual. Los ganadores de ambas categorías tienen altas probabilidades de volver a aparecer en Cuentos para Algernon.
Una vez presentada convenientemente la web de Marcheto, vamos al lío. Si lees habitualmente mis reseñas, sabrás –y si no lo sabes ya te lo digo yo ahora– que, aunque disfruto muchísimo leyendo relatos, me cuesta horrores reseñar antologías. Comentar cada relato se me hace pesado, y creo que puede hacerse igualmente tedioso para el posible lector de la reseña. Por eso, cuando me animo a reseñar una colección de cuentos, procuro buscar un hilo conductor o característica común de todos los relatos y aprovechar para dejar caer comentarios sobre algunos, a modo de ejemplo de lo que esté contando.
En el caso de las antologías de Marcheto se hace muy difícil encontrar ese hilo conductor –salvo en sus «Especiales», como el dedicado a Italo Calvino, el Especial Humor o el Especial Cuentos de Cine de esta antología que nos ocupa, pero claro, en estos casos no tiene mérito buscar ese hilo– porque no lo hay. Simplemente aparecen los relatos que a ella le han gustado y los propietarios de los derechos le han cedido amablemente –thanks a million!, propietarios–. En cada antología el nivel de calidad siempre es elevado, pero la variedad en géneros, temas y tonos también es muy alta.
Sin embargo, en esta antología del año IX, sí que me he encontrado con algo que tienen en común, al menos para mí, muchos de los relatos que contiene, y por eso me animo a reseñarla: la manera en que me han tocado el corazoncito, la fibra sensible o como quieras llamarlo. De ahí el título de la reseña. Pero también hay otro tipo de cuentos, claro. Así que vamos por partes.
Directos a tu corazón
Si te gustan los relatos que apuntan directo a tu corazón, no dejes de leer Señor Muerte, de Alix E. Harrow. Con esta autora me pasa algo muy curioso, y es que sus cuentos me encandilan –me ocurrió con Las guías de la bruja… y me volvió a ocurrir con este–, pero en textos más largos, como Las diez mil puertas de enero (Roca, 2019), me deja un poco «a medias». En cualquier caso, Señor Muerte consiguió ponerme un nudo en la garganta.

En la misma tónica, aunque en un contexto diferente, de ciencia ficción más clasica, estaría Padre, de Ray Nayler. Nunca un robot me había despertado tantísima ternura desde Wall-E, la película de 2008, aunque el cuento tiene también connotaciones antibelicistas y cierta intención de denuncia que lo hacen aún mejor.
También resultan entrañables, a pesar de las reticencias que inevitablemente despiertan los visitantes del espacio exterior, los Elmers de Se han ido, de John Crowley, con su Formulario de Buena Voluntad –«todo bien, con amor, después»– y el misterioso mensaje que se esconde detrás. Y qué decir de la conmovedora Bestia venida a menos de Esperando a que Bella…, de Marie Brennan.
¿Te acuerdas de Naomi Kritzer y su Recetas a tutiplén, que ganó la última encuesta anual del blog? Pues en esta ocasión vuelve con El buen hijo, un cuento con su punto melancólico, pero tan reconfortante como el anterior y con seres feéricos.
Mención aparte, aunque bajo este mismo epígrafe, merece Me casé con un monstruo del espacio exterior, de Dale Bailey. Este relato, incluido en el Especial Cuentos de película, como habrás podido intuir por su título, está escrito en clave de humor, pero con un tono triste, melancólico, que lo aleja de la pura comedia. Y un final de lo más conmovedor.
Inquietantes y oscuros
No todo son cuentos lacrimógenos en esta antología. También hay espacio para el terror, la angustia y otras emociones fuertes. De los cuentos «oscuros» de este Año IX, mi favorito, sin ninguna duda, es Colecciones especiales, de Kurt Favwer. Además de lo poco habitual de su voz narradora –una segunda persona del plural, un intrigante «nosotros»–, quiero destacar la forma en que va cambiando el tono de la narración. Comienza como una historia de iniciación, en la que unos aprendices tratan de resolver un misterio a espaldas de sus supervisores, para ir derivando hacia algo mucho más ominoso, con resonancias a El señor de las moscas de Goldman e incluso algún momento de casquería a lo Clive Barker. Sin duda, uno de mis favoritos de esta antología y un autor del que me encantaría leer más.

También bastante oscuro es Hermanastra, de Leah Cypess. En este caso, se trata de la posible continuación de un conocido cuento infantil, en el que la magia que hizo posible el final feliz exige el pago de un alto precio años más tarde. Soltad a la bestia, de Stephen Volk, es un relato de terror de corte más clásico, aunque con ciertos momentos de humor y un inesperado giro final. También inquietante y oscuro es La hija del devoradolor, de Laura Mauro, centrado en una habilidad sobrenatural que se transmite de padres a hijos.
Y también divertidos
Aunque el humor está también presente en muchos de los relatos que ya he comentado, hay dos que resultan especialmente delirantes, y ambos se encuentran entre los Cuentos de Cine. El primero es Los archivos de Constatinopla, de mi adorado Robert Shearman, una divertidísima fantasía sobre los orígenes del séptimo arte, en forma de ensayo-ficción.

El otro es Exoesqueletópolis, de Jeffrey Ford. No puedo describir este cuento mejor de lo que lo hace el propio autor en la nota que lo acompaña: «tiene bichos alienígenas gigantes, estrellas de Hollywood y cagarrutas insectiles afrodisiacas». Con esto ya te haces una idea del tono del relato, aunque también te aviso que tiene su punto agridulce.
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