Una canción para deshacer el mundo: obsesiones

  • Título: Una canción para deshacer el mundo
  • Autor: Brian Evenson
  • Editorial: Dilatando Mentes
  • Formato: rústica con solapas
  • Disponible en e-book: no
  • Nº de páginas: 294
  • Traducción: José Ángel de Dios
  • Ilustración de cubierta: Raúl Ruiz
  • Fecha de publicación: septiembre de 2022
  • Fecha de lectura: enero de 2023
  • Enlace de compra: web de la editorial

Hoy te traigo esta colección de relatos de Brian Evenson, autor al que, si me lees habitualmente, ya conocerás por su novela Los últimos días (Dilatando Mentes, 2020). Ese libro me encantó, además de por la idea brutal de una secta religiosa cuyo «dios» es la amputación, por el fino y macabro sentido del humor con el que Evenson cuenta su historia.

Este nuevo libro, compuesto por nada menos que veintiún relatos, tiene todo lo macabro, brutal e impactante de aquella novela, con el añadido de un enfoque mucho más weird y solo algunos pequeños atisbos de humor.

Dado que veintiún relatos son demasiados como para comentarlos uno a uno, y siguiendo mi costumbre, trataré de hablarte del conjunto, buscando puntos de conexión entre ellos y extendiéndome solo en algunos, probablemente mis favoritos de la colección.

En primer lugar, si quisiese clasificar este libro en algún género, sin duda sería el ya mencionado weird, porque aunque algunos relatos podrían considerarse ciencia ficción por su ambientación –No importa el ángulo desde el que la mires, La segunda puerta, El agujero, La mancha: conjunciones, El amo de los tanques o Espíritu afín– y otros podrían transcurrir en nuestro propio mundo –el resto–, todos tienen en común ese elemento extraño, insólito, a menudo incomprensible y siempre inquietante o declaradamente terrorífico, incluso en los futuros imaginarios en los que suceden.

Quizás te preguntes el por qué del título de la reseña, ese «obsesiones» que añado a continuación de Una canción para deshacer el mundo. Es, sencillamente, la palabra que me viene a la cabeza cuando trato de resumir el contenido del libro. Y creo que hay dos formas en las que el mismo concepto lo describe: las obsesiones de los personajes y algunas posibles obsesiones del autor. Voy por partes.

Las obsesiones de los personajes

En varios relatos, sobre todo en los que se sitúan en una realidad parecida a la nuestra, el desencadenante de la acción es algún tipo de obsesión del personaje principal. Por ejemplo, en Nacido mortinato, uno de los primeros que encontramos, el protagonista se obsesiona con la respuesta a una pregunta que le hace su –¿imaginario?– terapeuta –¿en qué se parece una manzana a un plátano?– con consecuencias realmente inquietantes.

En Sonido ambiente un director de cine se obsesiona con captar al detalle el sonido –en realidad debería decir «el silencio»– de una escena de su película, y será capaz de cualquier cosa para conseguirlo. El protagonista de Menno vive atormentado porque, a pesar de vivir solo y por mucho que cambie de casa, siempre desaparecen sus objetos personales. Cuando conoce a su nuevo vecino esa atormentadora obsesión encuentra el chivo expiatorio perfecto.

Sin duda, entre estos relatos «obsesivos», mi preferido es Espíritu viajero. En él, un hombre se siente permanentemente observado; y la sensación es tan intensa y le resulta tan insoportable, que decide huir dejándolo todo atrás, solo para hacer un insólito descubrimiento. Es de esos relatos que contienen lo que yo llamo «algo circular», no en su estructura, sino que transmiten una idea de bucle infinito que yo encuentro especialmente disfrutable.

Una posible obsesión del autor

No es mi intención psicoanalizar a nadie, por supuesto. Pero el encontrar elementos recurrentes en un libro de relatos tan lleno de personajes obsesivos inevitablemente hace pensar, si no en obsesiones, al menos en temas favoritos del autor.

En el caso de Evenson, y por lo que he podido leer en Una canción para salvar el mundo, creo que uno de esos temas es el de la fusión de seres y mentes, la absorción de unos seres por otros o la mera posesión o sustitución. Es algo que encontramos en varios de los cuentos incluidos en esta colección. Por ejemplo, en La segunda puerta, dos hermanos han crecido solos en lo que podría ser una estación espacial o un portal entre dimensiones. La hermana mayor hace frecuentes salidas al exterior en busca de comida, pero de una de ellas regresa «cambiada».

La torre nos presenta un mundo postapocalíptico, en el que el narrador es testigo de cómo una de sus congéneres se queda encerrada en un agujero en la tierra con otro ser del que poco se nos cuenta y, al cabo del tiempo, sin que nadie pueda explicar cómo, su compañera sale sola y transformada en algo diferente, sin que queden restos del otro ente en el interior del agujero. Esto es solo el principio de la historia, por supuesto.

Los últimos días, de Brian Evenson (Dilatando Mentes, 2020)

En Línea de visión –otro relato relacionado con el cine– un equipo termina de rodar una película en una casa. El cámara y el director no quedan muy satisfechos con el resultado, aunque no saben explicar el porqué. No puedo contar más de este relato sin hacer un fuerte spoiler, pero también verás algo de esta obsesión aquí.

En esta categoría de relatos sobre posesiones mi favorito es El agujero. Es uno de los que he clasificado como ciencia ficción, y me ha gustado especialmente la elección del narrador y el desafío al lector que suponen esa voz particular y su forma de ir narrando los acontecimientos hasta descubrir el pavoroso final.

Y aún hay más temas que se repiten en el libro, creando una especie de resonancia en la mente del lector. Ya he mencionado el cine, categoría en la que podría incluir uno de los cuentos más inquietantes y que cierra la colección: La espuma de las moscas.

Otro de los elementos recurrentes son las casas. Aunque de muchos de los cuentos podríamos decir que incluyen el tópico de la casa encantada o maldita, realmente las casas de Evenson no tienen un papel protagonista sino más bien de cómplices de las criaturas –humanas, o no–que las infestan.

Por último –y esto lo menciono como mera curiosidad, porque no dejan de ser frases o imágenes casuales en algunos de los relatos– percibo también una cierta querencia por lamer paredes, o por paredes tan limpias como si alguien las hubiera lamido. Es una idea claustrofóbica donde las haya, sobre todo teniendo en cuenta el papel que desempeñan los escenarios en muchos de los cuentos, como comenté en el párrafo anterior.

Pero hay más

Hasta ahora me he centrado en los cuentos que tienen elementos en común, y ha resultado que esos elementos pueden englobarse bajo el término obsesión, o eso creo. Pero entre veintiún relatos, evidentemente, aún quedan muchos por comentar y, en general, hablan de temas más cotidianos. Eso sí, aunque el asunto pueda parecer corriente, desde luego el enfoque no lo es.

Como primer ejemplo, el cuento que da título a la colección, Una canción para deshacer el mundo, trata sobre una separación traumática con una hija en disputa. Puede resultar algo bastante corriente en el día a día, pero Evenson nos lo cuenta desde la mente disociada del padre. El efecto es mucho más perturbador que el de un mero divorcio y un desacuerdo sobre la custodia de los hijos. O ¿hay algo más cotidiano que ir a comprarse unas gafas de lectura? Tras leer Gafas, creo que me lo pensaré dos veces antes de encargar las próximas

Camisas y pieles, por su parte, nos habla sobre una relación fallida y muy opresiva para una de las partes, a pesar de mantenerse a lo largo de los años. El elemento weird, en este caso, es una exposición de arte alternativo –y bastante inquietante, por cierto–que se vuelve determinante para la pareja. Una desaparición también trata las relaciones sentimentales, y puede que sea el relato menos extraño de todos, aunque el punto de vista del narrador principal y la forma en que va proporcionando la información lo hacen francamente interesante.

También hay un relato que me ha gustado especialmente, por la mezcla de ciencia ficción y horror cósmico que contiene, y es El amo de los tanques. Por hacer la típica frase de reseñadora aguda, sería como si coges Alien, el octavo pasajero, sustituyes al alien encontrado por una entidad cósmica invocada y le sumas unos fantasmas cibernéticos. El horror total y absoluto en una nave espacial.

Por último, al principio de la reseña adelantaba que también había un huequecito para el humor en esta colección de relatos. Lo encontrarás en Hermanas, una historia que te ofrece el particular punto de vista de ciertos espíritus –llamémoslos así– sobre la fiesta de Halloween. Sus insólitas interpretaciones seguro que te harán sonreír. Aunque puede que al final se te congele la sonrisa en la cara, como me pasó a mí.

Sobre la edición, cumple todos los estándares de Dilatando Mentes, que no son pocos. Incluye una muy sugerente presentación a cargo de Borja Bilbao, con unas cuantas referencias, la alucinante portada de Raúl Ruiz y una fotografía o ilustración cuidadosamente elegida para cada uno de los cuentos.

En definitiva, una colección de relatos bastante breves, que trata temas muy diferentes desde una óptica extraña, obsesiva e intencionadamente perturbadora, pensada para deshacer ese mundo ideal en el que nos gusta creer que vivimos.

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