Newropía

¿Existe, como concepto, la utopía distópica? Si no existía, Sofía Rhei la ha inventado y nos la muestra en esta entretenida novela de intriga y aventuras con mucho mensaje de fondo.

En Newropía, elige tu propia utopía, la autora nos lleva a un futuro muy poco halagüeño, en el que la vieja Europa se ha convertido en un heterogéneo conjunto de comunidades o pueblos «temáticos», en el que cualquiera puede encontrar un lugar donde dar rienda suelta a sus inclinaciones, por extrañas o perversas que estas sean. Así, cada mini-estado tiene sus propias normas, hechas a medida para el uso y disfrute de sus habitantes, constituyéndose en lugares utópicos para un puñado de personas.

El planteamiento puede parecer ideal, como el título da a entender: elijamos nuestro mundo ideal y creemos un lugar a medida. Sin embargo, el conjunto se sustenta solo a base de una explotación irracional de los recursos naturales del planeta y de un consumismo desaforado, no solo apoyado sino incluso creado desde el propio gobierno. Et voilá, tenemos una utopía distópica. O una distopía formada por muchas mini-utopías.

Los temas clásicos

Una vez descrito el mundo en el que se desarrolla la historia imaginada por Rhei, supongo que ya se irá intuyendo que Newropía es un libro con mucho fondo, con el que la autora ha querido reivindicar su visión de un mundo mejor poniendo ante los ojos del lector los males de hoy en día aumentados e incluso llevados al extremo, en la mejor tradición de la ciencia ficción distópica clásica, pero con un sabor mucho más actual y una sensibilidad acorde a los tiempos que corren.

Los dos protagonistas de la historia, Elliot y Verbena, se embarcan por separado y, sin saberlo, con un objetivo común, en el mismo viaje a través del continente que antes se llamaba Europa. A través de sus vivencias y reflexiones la autora aprovecha para hablar de ecologismo, presentando las posibles consecuencias sobre la naturaleza del mantenimiento del sistema productivo actual; de feminismo, hipersexualización de las mujeres y explotación sexual, a través de las acompañantes, mujeres diseñadas para gustar a los hombres; del capitalismo y su autoperpetuación a través de la publicidad agresiva y creadora de superfluas necesidades; de desigualdad e injusticia social, provocadas por el sistema capitalista y necesarias para su funcionamiento.

En un formato diferente

Probablemente los temas de fondo resulten muy familiares a los lectores habituales de distopías, pero Sofía Rhei ha sabido darle a la novela un aire muy peculiar, casi me atrevería a decir que muy personal, agregando algunos elementos no tan habituales en la literatura de ciencia-ficción. En concreto, me refiero a las brujas. Verbena es una de ellas. Proviene de una de esas pequeñas comunidades con reglas propias, La Foresta. Como su nombre deja adivinar, se trata de una población que vive en intensa comunión con la naturaleza. Sus integrantes –todas de género femenino– han conseguido vivir de forma sostenible y, además de conocer en profundidad todo tipo de plantas y sus posibles usos, utilizar las corrientes de la naturaleza y su propia fuerza interior para muy diversos fines, lo que hace que, a ojos profanos, parezcan tener «poderes». Y, bueno, no es tan habitual leer ciencia ficción con brujas, ¿no?

El otro protagonista de la historia, Elliot, también tiene mucho que aportar en ese aire personal que tiene toda la novela. No haré spoiler hablando de la comunidad de la que procede, pero sí diré que él es el responsable de la enorme cantidad de referencias ochenteras que salpican cada página: cine, música, videojuegos… Los que fuimos niños o adolescentes en esa época sentiremos nostalgia o alegría ante cada mención de un personaje mítico, pero las personas más jóvenes también reconocerán muchos de esos guiños a elementos que se han convertido ya en iconos. El papel de Elliot en la narración, con su ingenuidad, su facilidad para conectar con otras personas, su lealtad hacia sus amigos y la forma en que se mete en líos y sale de ellos hace que tenga un poco de Goonie –no me he podido resistir a meter aquí mi propio guiño ochentero.

Por último, pero no por ello menos importante, está la cuestión del lenguaje. La discusión sobre cómo hacer que el idioma castellano sea más inclusivo para hacerlo más igualitario en cuanto al género es de esas que aparecen de forma intermitente pero constante. En Newropía, Sofía Rhei va un paso más allá. Crea el lenguaje femenino absoluto. En La Foresta todas las habitantes son de género femenino. Por lo tanto, es lógico que su lenguaje lo sea también, así que han eliminado o sustituido todas las palabras cuyo género sea masculino –incluso hay «cosas» muy masculinas para las cuales no existe palabra–. Todo un ejercicio lingüístico que creo que la autora realiza con solvencia. Resulta algo llamativo al principio, pero nunca chocante y en seguida se convierte en lo natural para la lectora (guiño, guiño).

Y, además, entretenido

Todo esto que os cuento no viene envuelto en un libro sesudo, de los que requieren una lectura con papel y boli para tomar notas. Más bien todo lo contrario. Sofía nos plantea todas esas ideas a través de una historia en la que hay aventuras, espías, secuestros, asesinatos que esclarecer, identidades ocultas, lealtades inciertas y muchísimos personajes a cual más carismático.

Entre tanta aventura e intriga, asistimos también a la evolución de los personajes, en especial los dos protagonistas. Elliot, como adolescente que es y que sale por primera vez del entorno protegido de su hogar, descubrirá un mundo muy diferente de como lo imaginaba, mucho más cruel, al tiempo que sentirá el despertar de su sexualidad al ritmo atronador de sus hormonas adolescentes y tendrá las normales dudas sobre su propia identidad sexual. Por su parte, Verbena conocerá de primera mano al género masculino, constatando que también encierra en sí mismo una gran diversidad de personas y se cuestionará la base más doctrinaria de su propia comunidad utópica.

En una narración con pasajes muy tiernos y otros realmente violentos, hay también espacio para el humor, que salpica muchos de los diálogos y situaciones. Pero me gustaría destacar, como un momento especialmente divertido del libro, el folleto con consejos para los turistas que visitan Newropía, aunque se trate de un humor un tanto negro. Si has leído Consejos de seguridad para corredores humanos, de Marissa Lingen, publicado en Cuentos para Algernon, te harás una idea de cómo es esa guía para turistas.

En conclusión, Newropía, elige tu propia aventura es un libro muy entretenido, que se lee como una novela de aventuras e intriga, pero que encierra multitud de mensajes reivindicativos para reflexionar sobre lo que estamos haciendo con nuestro planeta y con nosotros mismos.