El único indio bueno: implacable venganza

El único indio bueno, de Stephen Graham Jones
  • Título: El único indio bueno
  • Autor: Stephen Graham Jones
  • Editorial: La Biblioteca de Carfax
  • Formato: rústica con solapas
  • Disponible en e-book: no
  • Nº de páginas: 375
  • Traducción: Manuel de los Reyes
  • Ilustración de cubierta: Rafael Martín Coronel
  • Fecha de publicación: noviembre de 2021
  • Fecha de lectura: diciembre de 2021
  • Enlace de compra: web de la editorial

Tras el parón navideño, te traigo este libro que terminé ya hace un mes, pero que no puedo resistirme a reseñar, porque ha resultado una lectura diferente dentro del género de terror y con una innegable originalidad que le añade valor a una historia bien hilada y con una estructura también bastante particular.

Solo con echarle un vistazo a la cubierta del libro, magistralmente ilustrada por Rafael Martín Coronel –atención a los detalles, no da puntada sin hilo– y, atendiendo al título de la novela y a los orígenes del autor, resulta evidente cuál es el elemento fantástico que va a aparecer en sus páginas, por lo que no creo estropearle la lectura a nadie si hablo de mujeres-ciervo, seres míticos pertenecientes a la cultura de los nativos americanos, que atraen a los hombres con su exuberante belleza femenina para después pisotearlos hasta la muerte en su forma cerval. Y las menciono porque aunque desconocía totalmente esta figura, es la segunda vez que me topo con ella en menos de un año. La primera fue en el relato de Suzan Palumbo La atracción de la manada, traducido por Sofía Barker para la antología Dos pieles (Pulputure, 2020). Además de parecerme una afortunada casualidad, creo que es una oportunidad estupenda de ver las historias tan diferentes que pueden surgir de una misma figura mitológica, vista por autores distintos.

Pero vamos al lío. Antes hablaba de la particular estructura de esta novela, pero no puedo explicarlo sin hacer alguna referencia a la trama. Como se cuenta en la propia sinopsis, cuatro amigos cometieron, diez años antes del inicio de la narración, un acto reprobable y contrario a la tradición y las leyes de la tribu. Una locura de juventud. Ahora empezarán a sufrir las consecuencias. El libro se estructura en un prólogo y tres partes diferenciadas, cada una de las cuales, incluido el prólogo –quizás la excepción sea la última–, podría constituir un relato o novela corta autoconclusivos. Tan es así que, cuando terminé la primera parte, creí que en realidad se trataba de una colección de relatos. Pero nada más lejos de la realidad.

Lo que ocurre es que cada una de las partes se centra en uno o varios de los componentes de la pandilla de amigos y, además de cambiar el punto de vista, también lo hace ocasionalmente el narrador, componiendo así un mosaico de personajes y relatos que, en realidad, cuentan una única historia: la de un acto irreflexivo y cruel y sus trágicas consecuencias.

Otra de las características del libro que lo hacen particularmente interesante es el contexto en el que se sitúa. Los protagonistas son nativos americanos y han crecido en una reserva india. Aunque algunos la abandonaron en una huida hacia adelante, todos ellos están profundamente marcados por las dificultades asociadas con la discriminación y los prejuicios de los blancos contra su pueblo, la pobreza, el desempleo y la precariedad, el alcoholismo, las drogas y, sobre todo, una profunda desesperanza y pesimismo ante un futuro prácticamente inexistente. Digamos que los personajes parecen vivir dominados por un cierto determinismo social.

Stephen Graham Jones
Stephen Graham Jones

A pesar de que todos estos temas están presentes en la novela, contra lo que pudiera parecer, el autor no hace ningún tipo de panfleto-denuncia de las dificultades a las que se enfrenta la población indígena en Norteamérica. NI siquiera se detiene en descripciones ni explicaciones detalladas. Por eso hablo de contexto y no de mensaje o intención: la historia se desarrolla en ese ambiente y, simplemente a través de lo que los personajes hacen o dicen el lector se ve inmerso en el día a día de la reserva.

También hablaba al principio de la reseña de un tipo de terror «diferente». Lo es no solo por incluir como elemento sobrenatural algo tan poco habitual como las mujeres-ciervo, sino por el particular comportamiento que Graham Jones le atribuye a esta encarnación de la venganza. Pocas criaturas malignas habremos visto tan frías y retorcidamente calculadoras como la que persigue a los cuatro amigos. Si tengo que buscar una referencia, la única que se me ocurre y que se acerca remotamente –aunque la premisa no tenga nada que ver– es la muerte que persigue a los protagonistas de la película Destino final (James Wong, 2000). Ahí lo dejo, no quiero dar más pistas.

A pesar de tratarse de una novela bastante oscura sobre la culpa sin posibilidad de redención, la estupidez propia de la juventud y la venganza ciega, en la que abundan las muertes violentas y los daños colaterales, no todo es tragedia y desolación en El único indio bueno. Tanto en lo que respecta a la historia en sí como al contexto en el que se desenvuelve, existe un pequeño rayo de esperanza en el que una nueva generación y el deporte desempeñarán papeles importantes.

En cuanto al estilo con el que está escrita –y genialmente traducida por Manuel de los Reyes– resulta ágil, directo y de fácil lectura. Como decía antes, no abundan las descripciones ni las digresiones –más bien, brillan por su ausencia, y nunca mejor aplicada esta frase hecha–. La novela avanza a través de la acción de los personajes, de sus diálogos y de sus pensamientos, hábilmente recogidos por el narrador de turno, lo cual redunda en una lectura muy rápida y amena, de esas que duele tener que interrumpir para cumplir con las tediosas obligaciones de la vida real.

En definitiva, El último indio bueno me ha parecido una novela muy recomendable para amantes del terror que quieran salirse un poco de los monstruos y temáticas más habituales, pero también para cualquier lector que sepa disfrutar una historia bien escrita y contada de forma original, y no le haga ascos a unas cuantas muertes violentas o a una vengativa criatura de origen sobrenatural.

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