Hermanas de la vasta oscuridad: ¿space opera religiosa?

Hermanas de la vasta oscuridad, de Lina Rather
  • Título: Hermanas de la Vasta Oscuridad
  • Autora: Lina Rather
  • Editorial: Apache
  • Traducción: Javier Martos
  • Formato: rústica con solapas
  • Nº de páginas: 187
  • Ilustración de cubierta: Jairo Horror
  • Fecha de publicación: octubre 2020
  • Fecha de lectura: noviembre 2020
  • Enlace de compra: web de la editorial

Hoy te traigo una interesante y original novela de ciencia ficción: corta, entretenida y con mucho fondo.

Seguramente lo primero que llama la atención es el hecho de que esté protagonizada por monjas –sí, monjas de las de toda la vida, de la Santa Iglesia Católica, Apostólica y…¿romana?–. Creo que es el primer libro de ciencia ficción que he leído con unas protagonistas tan aparentemente ajenas a los temas clásicos del género. El único precedente que encuentro rebuscando por la red es La monja guerrera, serie de Netflix basada en un cómic manga de Ben Dunn. Aunque, sin haber visto la serie ni leído el cómic, y basándome únicamente en las sinopsis de ambos, dudo que me atreviera a clasificarla de ciencia-ficción.

Sin embargo, si esperas monjas guerreras y «con brazacos» entre las Hermanas de la Orden de Santa Rita, probablemente te lleves una decepción. Sí que hay alguna escena con más acción y algo de violencia, pero no muchas y, además, no es de eso de lo que trata el libro.

En realidad, Hermanas de la Vasta Oscuridad es una space opera con todos los elementos típicos de este subgénero y algunos añadidos que le dan ese toque novedoso que tanto disfrutamos los aficionados.

La humanidad se ha expandido por el universo, en oleadas concéntricas a partir de la vieja Tierra, estableciendo asentamientos en planetas y asteroides cada vez más lejanos. Los conflictos entre las colonias y la metrópoli terminaron con una sangrienta confrontación, en la que la Tierra perdió su dominio sobre otros sistemas. Cuarenta años después, el Gobierno Central de la Tierra trata de recuperar su hegemonía. Hasta aquí, nada que no hayamos leído antes.

Lina Rather añade a este contexto relativamente familiar algunas notas de originalidad. Por ejemplo, las naves espaciales vivientes, como Nuestra Señora de las Constelaciones Imposibles, en la que viajan nuestras protagonistas. Se trata de auténticas criaturas orgánicas, modificadas mediante ingeniería genética para servir como medio de transporte en el espacio. Puede parecer una innovación meramente anecdótica, pero en realidad da mucho juego a lo largo de toda la novela. En primer lugar, por la atmósfera tan diferente que se respira dentro de esta nave. Cuando leemos escenas que transcurren dentro de naves espaciales tendemos a pensar en entornos asépticos, metálicos o plastificados, perfectamente controlados. En cambio, nuestras monjas astronautas viven en un entorno orgánico, de carne y ¿sangre?, húmedo, adaptable y cambiante.

Lina Rather
Lina Rather

El precedente más obvio de este tipo de entorno orgánico en ciencia ficción es, sin duda, Las estrellas son legión, de Kameron Hurley (Runas, 2017). La otra referencia que se me ocurre proviene de la fantasía, y sería la trilogía de Las leyes del mar, de Robin Hobb (Plaza & Janés, 2015), con sus barcos vivos de madera mágica. Pero el resultado en la novela que nos ocupa es claramente diferente de cualquiera de las obras mencionadas.

Y se nota que la autora ha dedicado mucho tiempo a pensar en todas las implicaciones de una nave viviente, lo cual tiene su reflejo tanto en el ambiente de la novela en general como en los detalles más pequeños: como ejemplos de creación de ambiente, la descripción de las labores de mantenimiento, que nos hace pensar más en trabajos de veterinaria que de ingeniería, o los desplazamientos por la nave en gravedad cero. Como ejemplo de detalle genial que me hizo sonreír, porque ni se me había ocurrido pensar en ello, la utilización de botas adherentes en ausencia de gravedad y para labores extravehiculares –¿qué sentido tendrían unas botas magnéticas?

Todos estos elementos originales que he ido señalando se quedan como meras pinceladas frente a lo que más llama la atención, al menos a mí: ¿qué pintan unas monjas en el espacio? ¿A qué se podrían dedicar? Voy más allá: ¿qué papel puede tener la iglesia católica en una space opera? ¿Y el Papa? Estas y otras cuestiones son las que Lina Rather responde en Hermanas de la Vasta Oscuridad. Si quieres conocer las respuestas, tendrás que leer el libro, pero ya te adelanto que te harán pensar.

Aunque el papel de la iglesia en un futuro lejano sea el tema que más me ha llamado la atención, seguramente por la novedad que supone, la novela trata muchas otras cuestiones de fondo: la culpa y la redención a través del sacrificio –esto suena muy católico, pero no es lo que parece–, la crueldad de la guerra y los atropellos de gobiernos totalitarios en persecución de sus objetivos, la defensa de las convicciones y principios propios frente a la debida obediencia a una supuesta autoridad superior… Y todo esto sin grandes aspavientos, envuelto en un tono pausado e intimista y contado a través de las vivencias de las protagonistas.

Y es que otro de los grandes atractivos de la novela es precisamente la comunidad de hermanas de la Orden de Santa Rita, pues ofrece un conjunto humano interesante y variopinto. Cada una de las monjas presenta un carácter definido y con sus particularidades. Destacan, cómo no, la reverenda madre superiora, con su voto de silencio y su enigmático pasado; la cerebral y pragmática Sor Faustina, con su fe escéptica; y la entregada sor Gemma, de mente científica y corazón romántico. Cada una debe manejar sus propios demonios internos además del conflicto común al que se enfrentan como congregación y del que, evidentemente, no te voy a contar nada.

En definitiva, una novela que resulta original desde su mismo planteamiento y en todos sus detalles, entretenida como una space opera y con mucho fondo para la reflexión sobre cuestiones típicas y no tan típicas del género. Además, no olvides que hablamos de monjas. A pesar de lo dificultoso que pueda parecer el camino, siempre queda un resquicio para la esperanza.

3 comentarios

  1. Qué interesante!
    Pregunta, que no me acuerdo muy bien. La nave de la trilogía de Xenogenesis de O. Butler no era también un organismo vivo?

    1. Pues, ahora que lo dices, es posible que sí, pero tampoco me acuerdo bien. Preguntaré por ahí…

  2. Yo si que me he leído el cómic de Ben Dunn. pero no recuerdo nada de nada . . los dibujos eran bonitos , eso si me acuerdo

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