
- Título: De hogares de acogida y moscas
- Autor: Chad Lutzke
- Editorial: Dilatando Mentes
- Formato: rústica con solapas
- Disponible en e-book: no
- Nº de páginas: 98
- Traducción: José Ángel de Dios
- Ilustración de cubierta: Raúl Ruiz
- Fecha de publicación: enero de 2022
- Fecha de lectura: febrero de 2022
- Enlace de compra: web de la editorial
Todos conocemos a Dilatando Mentes como editorial especializada en terror y weird, aunque de vez en cuando nos trae también algún libro de fantasía o de ciencia ficción. Pero esta vez nos hace una propuesta diferente. No creo que De hogares de acogida y moscas pueda clasificarse como terror, fantasía o ciencia ficción –aunque más adelante matizaré un poco esta idea–. Ni siquiera creo que se trate de un libro de género. Y, a pesar de todo, no desentona en absoluto en el catálogo de esta editorial.
El punto de partida de esta historia es bastante perturbador. De hecho, podría haber dado lugar a una novela mucho más oscura si su autor así lo hubiese querido. Denny, un niño de doce años con un padre muerto y una madre alcohólica y maltratadora, tiene un objetivo en la vida: participar en el concurso anual de deletreo de su instituto. Cinco días antes del evento, y durante un mes de junio especialmente caluroso en Nueva Orleans, la madre fallece y Denny decide ocultar el suceso para poder así cumplir su objetivo.
Como ves, a partir de esta premisa podría escribirse una novela sórdida y truculenta, pero Chad Lutzke ha preferido contarnos otro tipo de historia: una tan cálida y reconfortante que podría hacerte recuperar la fe en la humanidad, a pesar de su triste e inquietante argumento.
La verdad es que no conocía a este autor y, antes de escribir la reseña, visité su web personal, chadlutzke.com, para documentarme un poco y ver qué otras obras ha escrito. Parece que muchos de sus libros podrían definirse como historias de maduración, de paso de la infancia a la edad adulta. De hogares de acogida y moscas también podría ser un relato de este tipo, si no fuera porque Denny, dadas sus cirncunstancias familiares, ya ha realizado ese cambio cuando se inicia la narración.

La novela está escrita en primera persona, de manera que es el propio Denny quien va desgranando tanto los acontecimientos de esos cinco días que abarca el libro como sus recuerdos y reflexiones. El lenguaje es sencillo y directo, como corresponde a un niño de doce años, eso sí, inusualmente maduro, reflexivo y autocrítico. Pero ya he dicho que la vida no ha sido un camino de rosas para Denny y que, de alguna forma, es ya un pequeño adulto, acostumbrado a cuidar de sí mismo y a asumir responsabilidades.
De esta forma, leer el libro es como acompañar al protagonista en su inusitado día a día, vivir con él cada momento y no poder sino comprender cada una de sus decisiones, por dolorosas que sean o por erróneas que puedan parecer. No podrás sino dudar cuando él duda y «tirar para adelante» hasta el final, a su lado, cuando decide hacer –o no– algo. Estarás deseando, como él, que llegue el día del concurso y sufrirás un pequeño infarto cada vez que veas peligrar su secreto. Lo de terminar en un hogar de acogida, «con persianas torcidas y ventanas rotas», donde «los niños sin padres ven pasar el mundo desde sus claraboyas», te dará igual, siempre que consigas llegar con Denny al concurso de deletreo.
¿Cómo una historia de un niño que convive con el cadáver de su madre durante cinco días puede resultar «cálida y reconfortante»?, te estarás preguntando. Pues, aparte de algunos elementos que es mejor que no comente, porque sería adelantar acontecimientos y estropearte la lectura, lo cierto es que Chad Lutzke consigue dotar a su novela de un fondo muy esperanzador –no sé si se puede hablar de hopehorror, pero si llegara a existir, Lutzke sería el precursor–. Y creo que ese resultado tiene mucho que ver con el propio personaje de Denny: maduro y tierno a la vez, vulnerable y fuerte, trágico y afortunado… Totalmente entrañable, en una palabra. No podrás reprimir las ganas de darle un buen achuchón.
Y, sin embargo, hay horror en esta novela. Claro que lo hay. Lo verdaderamente horrible es que haya niños con madres como la de Denny y que nadie se percate de lo que sucede en esas casas de puertas para adentro. Es terrible que un niño de doce años sea capaz de ocultar la muerte de su única progenitora durante varios días y nadie sospeche nada. Pero, por desgracia, es un horror cotidiano, muy posible y realista –más de lo que nos gusta admitir– y no fantástico. Sería preferible que hechos así pudieran suceder solo en las retorcidas mentes de autores de libros de terror.
Respecto a la edición, tan cuidada como es costumbre de Dilatando Mentes, cuenta con una sugerente portada de Raúl Ruiz y un divertido prólogo de Alberto Plumed, Un Librero con Barba. En el próximo directo tengo que acordarme de preguntarle si ya ha descubierto por qué a los americanos les gusta tanto eso de deletrear, cosa que a mí también me intriga bastante.
En resumen, De hogares de acogida y moscas no es exactamente un libro de terror. Es una historia sobre perseguir los propios sueños y vencer las dificultades. Aunque por momentos pueda dar un poco de miedo, lo que predomina en la historia es un mensaje de esperanza y fe en la humanidad, a pesar de todo.
Un comentario