Mascota: de monstruos reales

  • Título: Mascota
  • Autora: Akwaeke Emezi
  • Editorial: Crononauta
  • Formato: rústica con solapas
  • Disponible en e-book: sí
  • Traducción: Carla Bataller Struch
  • Ilustración de cubierta: Natacha Bustos
  • Nº de páginas: 236
  • Fecha de publicación: septiembre de 2022
  • Fecha de lectura: octubre de 2022
  • Enlace de compra: web de la editorial
Cartel de @Isa-Janis

Seguimos con #LeoAutorasOct que, como sabes, incluye también desde hace unos años a las personas no binarias, como colectivo infrarrepresentado en general, y en el mundo editorial en particular. Así que esta novela corta recién publicada por Crononauta encaja perfectamente en las lecturas y recomendaciones de octubre. Akwaeke Emezi es una persona no binaria, con raíces indias por parte de madre y nigerianas por parte de padre, que alcanzó un éxito considerable con su primera novela, Freshwater –traducida al castellano como Agua dulce (consonni, 2021)–, aunque no exento de polémica cuando la obra fue nominada para el Women’s Prize For Fiction por un jurado que desconocía la identidad de género de le autore y que a raíz de ese lapsus intentó cambiar las reglas para ediciones posteriores, con escaso acierto, a juzgar por la decisión de Emezi de no volver a presentar ninguna otra obra a ese premio –dotado con 30.000 libras esterlinas.

Pero vamos con Mascota, que hemos venido aquí a hablar de libros. Empezaré diciendo que es un libro que trata el tema más feo, duro y difícil de asimilar que puedas imaginar. Aún así, o precisamente por eso, me parece una lectura de lo más recomendable, incluso para el público juvenil al que va dirigido. Y es que, aunque el tema sea horrible, el tratamiento que Emezi le da me parece maravilloso, un ejemplo de cómo hablar de asuntos más que espinosos con buen gusto y delicadeza. No mencionaré el tema, porque estaría chafándote la lectura. De hecho, la protagonista de la novela –de la que hablaré enseguida– no lo descubre hasta bien avanzada la historia.

Mascota se desarrolla en la imaginaria ciudad de Lucille, donde la vida en la actualidad se antoja idílica, aunque en su pasado reciente hubo una revolución. En ella, ángeles de carne y hueso lucharon contra los monstruos que gobernaban y los destituyeron; después, cambiaron las leyes y derribaron los antiguos monumentos para sustituirlos por otros en memoria de las víctimas. La ciudadanía de Lucille conserva todo esto en su memoria y se siente agradecida a los ángeles, aunque estos tuvieran que cometer algún acto cuestionable para protegerles de los monstruos. Así que, cuando comienza la historia, «no deberían quedar monstruos en Lucille».

Con esta premisa, Emezi desarrolla una historia que, para mí, es básicamente una alegoría o una parábola. Todo está en clave fantástica, por supuesto, pero todo es perfectamente real y reconocible. Y como toda parábola que se precie, comunica un mensaje clarísimo: los monstruos existen y lo peor que podemos hacer, como sociedad, es cerrar los ojos y negarnos a reconocerlos como tales. O, lo que es más grave, atrincherarnos en la autocomplacencia por los logros conseguidos y negar la evidencia, pese a todas las señales de alarma.

Akwaeke Emezi
Akwaeke Emezi

Y es que, como decía, la ciudad de Lucille ya venció a los monstruos en su momento, y después se reinventó a sí misma a imagen y semejanza de sus habitantes, diversos en sus maneras de ser y de hacer, dando lugar a una sociedad casi utópica, que le autore nos muestra a través de la vida y el entorno de sus personajes principales.

La protagonista, Jam, es una niña trans a la que no le gusta hablar: prefiere utilizar el lenguaje de los signos. Sus padres la apoyan en todo, tanto en su proceso de transición como en la forma de comunicación con la que ella se siente más cómoda. No solo sus padres, también lo hace el resto de su entorno, especialmente su mejor amigo, Redemption, y su extensa familia, compuesta por hermano, tíos, tías y sus tres progenitores: un padre, una madre y une adre no binarie. De esta forma, la ciudad de Lucille post-revolución se presenta como una sociedad diversa, inclusiva y respetuosa con todas las personas y con sus formas de relacionarse y establecer lazos familiares. Es el tipo de sociedad a la que todos aspiramos. Pero, incluso en un entorno como ese, puede haber monstruos escondidos en el armario.

No quiero contar mucho más sobre el argumento, porque la historia está narrada desde el punto de vista de Jam, de forma que lo mejor es que leas el libro y vayas aprendiendo sobre su mundo y descubriendo los secretos que oculta a la vez que ella.

Lo que sí quiero comentar es mi experiencia lectora con Mascota. Es una novela realmente corta, de las que se pueden leer de una sentada o dos, como mucho. Además, como novela dirigida al público juvenil, está escrita con un lenguaje sencillo, lo que facilita la lectura. Pero la característica que más destaca en esta obra es la capacidad de provocar la inmersión inmediata del lector en el mundo creado por Emezi. En apenas dos páginas, le autore consigue presentar el pasado y el presente de la ciudad de Lucille, hablando de monstruos y ángeles y, por lo tanto, envolviéndolo todo de un aire fantástico, pero permitiendo que cualquier lector reconozca perfectamente la sociedad actual en el pasado del lugar y un posible futuro mejor en su presente.

Pero, inmediatamente, en el mismo capítulo, comienzan las dudas. Jam se hace ciertas preguntas que los adultos se muestran reacios a contestar: preguntas sobre los ángeles, los héroes de Lucille. De esta forma, en unas pocas páginas, le autore deja perfectamente plantada la semilla de la historia que quiere contar. Y es una historia que no podrás dejar de leer, por la intriga que te provocará la investigación de Jam y por la empatía que sentirás hacia la propia protagonista, su mejor amigo e, incluso, a pesar de su extrañeza, hacia su recién adquirida mascota.

En definitiva, una historia de fantasía que alegoriza sobre un aspecto de la realidad que todos desearíamos que no existiera en absoluto, pero ante el que no hay que cerrar los ojos y sí, en cambio, permanecer siempre alerta.

Otras reseñas de interés:

María Teresa Morín en In the Never Never

Arturo Urbanos, en Flights of A Dreamer

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