díptico: grotesque – surrealiste

Díptico: Grotesque, de Ignacio Cid Hermoso
  • Título: Díptico: Grotesque-Surrealiste
  • Autor: Ignacio Cid Hermoso
  • Editorial: Dilatando Mentes
  • Formato: muy original
  • Nº de páginas: 352
  • Ilustraciones (cubiertas e interior): Verónica Leonetti
  • Fecha de publicación: febrero de 2020
  • Fecha de lectura: junio de 2020
  • Enlace de compra: web de la editorial

Hoy os traigo un libro muy muy especial. Tanto, que no sé ni por dónde empezar a reseñarlo (literalmente), pero tengo que hablaros de él.

Para ser totalmente sincera, dudé mucho si comprar o no este libro. Las dos palabras del título no son de mis favoritas en literatura. Lo grotesco, lo surrealista, generalmente me suena a textos un tanto oscurantistas, en los que te puedes perder sin entender nada de lo que el autor quiere transmitir (o sin entender nada en absoluto).

A pesar de ello, conocía Ignacio Cid por su novela Cuando el diablo se aburre (Dilatando mentes, 2018), que leí, me encantó y reseñé aquí. También he leído otros libros de esta editorial, que siempre publica cosas diferentes, y todos me parecieron magníficos, me atreviera a reseñarlos o no. Así que me decidí a leer Díptico: Grotesque-Surrealiste y me alegro de haberlo hecho.

Como su propio título indica, este libro es un díptico, a la manera de los cuadros «compuestos por dos paneles que se pueden plegar como las tapas de un libro» (definición RAE). Solo que en vez de dos cuadros tenemos dos conjuntos de textos que componen una obra única.

Creo que lo mejor será comentar por separado los dos paneles que componen esta obra singular.

Grotesque

Los siete textos (uno para cada día de la semana) que componen este primer panel apelan directamente al lector ya desde sus títulos. Las seis primeras historias son, a primera vista, independientes entre sí. Esta aparente desconexión podría hacernos creer estamos ante una simple colección de relatos, hasta que llegamos al domingo. Ese «día» hace encajar todas la piezas y se hace incontestable que no es una colección de relatos, es mucho más que eso. No sé si estaría en la intención del autor o ha sido simple casualidad, pero el título del relato-capítulo del domingo es Encuentras tu camino. Efectivamente, en este «cuento» hay un personaje que busca su camino en la vida, pero también yo, como lectora, encontré el camino para comprender esta novela deconstruida que es Grotesque (el apelativo no es mío, aparece en el prólogo, del que después hablaré).

«Vale», me diréis. «Es una novela. ¿Y de qué va?». Pues va, ni más ni menos que de LA VIDA. La vida concebida como un viaje alucinante. Cada capítulo es una pequeña metáfora de alguno de los grandes temas que nos afectan a todos como seres humanos: el amor, el sexo, la empatía (o la falta de ella) ,la maternidad / paternidad, la economía, la política… Cada aspecto del ser humano, como individuo y en sociedad, está reflejado de una u otra forma en Grotesque.

Cada capítulo puede leerse como un relato cerrado y, desde luego, todos son muy disfrutables si se leen de esta forma. Algunos son muy poéticos, como Buscas la felicidad. Otros, conmovedores, como Otorgas vida. También los hay sangrientos y descarnados, como Te vuelves loco de amor, o totalmente disparatados e hilarantes, como Coges un vuelo. Todos tienen en común la capacidad de llevar al lector a una zona que llamaré la irrealidad cotidiana. Las situaciones narradas, aun siendo absurdas o imposibles, no dejan de tener esa apariencia de normalidad, de engañosa cotidianeidad, por la forma en que Ignacio Cid las cuenta. Y esas situaciones absurdas e imposibles constituyen a su vez un reflejo de la realidad. Eso sí, a través del muy personal prisma del autor.

Quiero destacar el capítulo del sábado, Tratas de subir a casa, porque la situación de la que parte se parece mucho a un sueño que tengo a veces, de forma repetitiva: un hombre que intenta llegar a su casa subiendo por las escaleras, pero parece que nunca va a encontrar su piso (mi sueño es exactamente eso, solo que yo uso el ascensor, que nunca se para en el piso al que quiero ir). Es realmente inquietante.

Surrealiste

Cubierta de Surrealiste, por Verónica Leonetti
Surrealiste, cubierta de Verónica Leonetti

El segundo panel de este díptico literario está compuesto también de siete capítulos, respetando así una simetría perfecta, dedicados en este caso a los siete pecados capitales.

De nuevo nos encontramos con narraciones insólitas de situaciones imposibles, pero con ecos que resuenan familiares en la mente del lector: la sombra de la infidelidad y los celos se convierte en un mercado de carne humana en Podríamos haberlo tenido todo (Bruxelles) (Lujuria). El miedo irracional (pero perfectamente comprensible) ante una inminente paternidad se materializa en un díptico (este sí, pictórico), una ecografía y una ginecóloga en Díptico bicorial con cadáver al fondo (Avaricia). Godchila (Ira) lleva las rencillas del mundo editorial a su extremo más brutal. Las tres muertes de Alfonso J. nos habla de la Pereza definitiva. Estómago de acero (Soberbia) tiene una interpretación geopolítica pero también habla de la dependencia emocional.

De este panel del díptico quiero destacar Sábanas, el capítulo dedicado a la Envidia. Es, quizás, de los que más carga emocional llevan, en un libro que ya de por sí trata de describir sentimientos, más que de contar historias. Al menos a mí me ha tocado de forma más profunda. Trata de un padre que no ha podido estar con su hijo tanto tiempo como le habría gustado y transmite su inmensa tristeza y su frustración, desde su insólita condición.

No quiero entrar a analizar cada relato, porque podría extenderme durante páginas y páginas, y probablemente ni me acercaría al fondo de cada uno. Lo que sí puedo decir es que, en conjunto, los siete relatos de Surrealiste nos dejan un sabor triste, profundamente melancólico. Y, sin embargo, no se trata de una lectura deprimente. Si tengo que ponerle un único adjetivo, creo que sugerente es el más apropiado.

Las historias que cuenta son como los sueños, a veces absurdas, a veces inquietantes, otras puede que directamente disparatadas. Pero cuando uno se despierta en medio de un sueño, por confusos que puedan ser los recuerdos parciales que conserve y por poco sentido que se les pueda encontrar, siempre despierta con la misma sensación que tenía en el sueño: angustia, inquietud, extrañeza, felicidad… Eso es lo que hace Ignacio Cid a través de sus historias. Nos sugiere sensaciones oníricas que, en la mejor tradición del psicoanálisis freudiano, se pueden interpretar como metáforas de sentimientos y preocupaciones muy reales.

Díptico

Ignacio Cid
Ignacio Cid Hermoso

Dejando aparte las múltiples intepretaciones de las historias que incluyen Grotesque y Surrealiste, como os decía al principio, este Díptico es un libro muy especial, y es una gozada leerlo y tenerlo entre las manos.

En primer lugar, están el estilo y la prosa del autor. Tienen algo muy específico pero muy difícil de definir. Ignacio Cid me parece un maestro a la hora de jugar con el lenguaje, de escoger las palabras y las imágenes más sugerentes para cada una de las ideas o sentimientos que quiere transmitir.

En segundo lugar, están las historias que cuenta y cómo las cuenta. Tienen el poder de absorber al lector y sumergirlo directamente en esos mundos oníricos, grotescos, salvajes o simplemente delirantes que ha creado la imaginación de Cid, dejándolo sin escapatoria posible. Si no me creéis, os invito a leer el primer capítulo de Grotesque pinchando en este enlace. Estoy segura de que necesitaréis leer más.

En tercer lugar, cómo no, tengo que hablaros de la sorprendente edición de Díptico. Si tienes cualquier libro de Dilatando Mentes, ya te habrás percatado de que esta editorial mima cada título que publica. «Un libro es algo más que una sucesión de páginas escritas», reza su lema, y aun estando acostumbrada a disfrutar de sus ediciones impecables y cuidadas hasta el extremo, tengo que decir que en este caso han sobrepasado todas mis expectativas.

Lo primero que sorprende es que se trata de un libro al que le puedes dar la vuelta, y sigue estando al derecho. Es más, una vez que termines con uno de los paneles del díptico, tendrás que darle la vuelta para poder empezar con el otro. Me parece una idea genial.

Después están, por supuesto, las láminas a todo color con las fantásticas ilustraciones de Verónica Leonetti, que creo captan a la perfección el espíritu de los textos de Cid. Tanto los temas y motivos elegidos, como el color, fundamental en estas imágenes, son tan sugerentes como las historias a las que acompañan.

Y en último lugar, solo por mantener un orden en mi reseña, pero no por importancia, está el magnífico prólogo de Darío Vilas. Constituye un relato en sí mismo, cargado de ironía y cierta mala baba, magníficamente escrito por otro autor al que admiro, y que es un complemento perfecto para este Díptico. Por cierto, también lo tenéis disponible en el enlace que dejé más arriba.

En definitiva, Díptico es un libro recomendable para lectores sin prejuicios, para leer despacio, dejándose llevar y sugerir por la imaginería de su autor.

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