
- Título: El americano
- Autor: Jeffrey Thomas
- Editorial: Dilatando Mentes
- Formato: rústica con solapas
- Nº de páginas: 390
- Disponible en e-book: no
- Traducción: José Ángel de Dios
- Ilustración de cubierta: Raúl Ruiz
- Fecha de publicación: septiembre de 2022
- Fecha de lectura: noviembre de 2022
- Enlace de compra: web de la editorial
La novela que te traigo hoy, El americano, de Jeffrey Thomas, es uno de esos libros que se leen prácticamente del tirón, porque la historia está perfectamente montada y estructurada para que el interés no decaiga en ningún momento, como en los mejores thrillers, pero que dejan una huella profunda al pasar la última página. Y es que tiene muchas capas de lectura y nos muestra una realidad en la que rara vez solemos pensar.
La acción se sitúa en Vietnam y, aunque la historia principal transcurre en la actualidad, la guerra contra los Estados Unidos y, sobre todo, sus consecuencias, tanto para el país como para los personajes de la novela, son una parte fundamental en este libro absorbente como pocos.
Voy a contar muy poca cosa de la trama, interesante y muy bien construida, como dije al principio, porque en este libro es casi más impactante lo que la rodea: todo lo que el autor nos muestra de la historia y la realidad de aquel país, aprovechando sus profundos conocimientos, basados en la experiencia personal y en una minuciosa labor de documentación.
El americano comienza con una inmersión directa en los ambientes más sórdidos de Vietnam, donde discurrirá la mayor parte de la acción, aunque también hay algunos pasajes de marcado carácter costumbrista, que reflejan el bullicioso ambiente de distintas ciudades vietnamitas apelando a los cinco sentidos del lector. Este contraste es algo que se deja sentir en toda la novela: nos muestra tanto las partes más atractivas y coloristas del país y la sociedad vietnamita como su lado más sórdido y doloroso.
Así, junto a descripciones de populosos mercadillos, puestos de comida callejera y sus especialidades, lugares turísticos, parques temáticos y las ubicuas motocicletas como principal medio de transporte, encontraremos agencias matrimoniales que en realidad son tapaderas de negocios de prostitución, abusos y violencia sexual –no solo contra mujeres, sino también niños y animales–, asesinatos impunes, ajustes de cuentas y privilegiados elementos mafiosos que obtienen el más lucrativo provecho de todas estas atrocidades.
Y es que, desde su apertura a la economía de mercado, Vietnam se ha convertido sin duda en un país con un gran atractivo turístico, pero Thomas nos muestra la cara más sombría de esta atracción, quizás no tan notoria como en otros países del sureste asiático: el turismo sexual y las personas sin escrúpulos están en la base de toda la trama de El americano.
Antes hablaba de la importancia de las consecuencias de la guerra en toda la novela. Es algo que el autor nos muestra a través de sus personajes, y me apetece detenerme un poco en este punto, porque creo que es uno de los elementos más impactantes de El americano. Por ejemplo, tenemos a Quan, un ex-combatiente del vietcong que colaboró con los estadounidenses –salvando de paso la vida de nuestro protagonista, del que hablaré más tarde– y, después de la guerra, fue internado en un campo de reeducación. Esta experiencia y un matrimonio fallido marcaron su vida, destrozándola y abocándole al alcoholismo.

Después está Thanh, el hijo de Quan y uno de los protagonistas principales de esta historia, que sufre una malformación congénita, consecuencia del agente naranja empleado por Estados Unidos para defoliar la selva vietnamita durante la guerra. Repudiado por su padre y resignado a una vida de rechazos por su deformidad, hace tiempo que abandonó el domicilio familiar. Una de sus hermanas, Tra Mi, ejerce de camarera-prostituta en un bar de Bien Hoa, cerca de la antigua Saigón y tampoco parece apreciarle en exceso. Thanh solo mantiene el contacto con su otra hermana, aún una niña inocente, por lo que, cuando ambas desaparezcan, sentirá la necesidad de encontrarlas.
Incluso uno de los villanos de la historia, al que solo conocemos por su apodo, «el Americano» –que nadie saque conclusiones precipitadas, aparecen más americanos estadounidenses en el libro–, es uno de los más de un millón de vietnamitas que abandonaron su país al finalizar la guerra, atravesando el océano en botes precarios –un balsero, como se les conoció popularmente–, provocando una crisis humanitaria sin precedentes en la época. Tras haber prosperado en Estados Unidos por métodos poco éticos ahora solo regresa a su país por asuntos de negocios, igualmente turbios.
Dejo para el último lugar al otro protagonista indiscutible de la historia, el que sufre las secuelas más extrañas tras su participación en la guerra y el que da el toque sobrenatural a este thriller vietnamita que es El americano. Richard Trenor es un estadounidense veterano de la guerra de Vietnam, que tiene en su país un trabajo tan curioso como poco satisfactorio. Durante la guerra recibió un disparo en un ojo que, además de deformarle el rostro, parece haberle dotado con cierta capacidad especial de visión. Cuando el hijo de su amigo Quan le llama para pedirle ayuda, regresará al país en el que vivió una auténtica pesadilla y será testigo directo de los cambios que ha experimentado.
Bueno, parece que al final sí que he hablado un poco de la trama, al describir a los personajes. Pues algo así, pero mucho más brillante, es lo que hace Jeffrey Thomas en El americano: te habla de episodios históricos de Vietnam y te muestra sus múltiples capas, al mismo tiempo que te cuenta una historia muy turbia de asesinatos, violencia y explotación sexuales y monstruos aterradoramente humanos que, además, encierra una interesante reflexión sobre la venganza. No te puedo hablar de ella, porque aparece al final del libro y no por esperada resulta menos inquietante a la vez que hermosamente redonda. Es un gran final.
Una de las referencias más claras que encontré en este libro mientras lo iba leyendo es Yo soy el río (Dilatando Mentes, 2021), de Ted E. Grau. No es extraño que la recordara, puesto que ambas son novelas de terror que utilizan la guerra de Vietnam y la novela de Grau me impresionó también profundamente. Sin embargo, son dos historias muy diferentes, aunque tengan en común ese telón de fondo. Ambas hablan de violencia pero, mientras Ted E Grau se centra en la culpa, Thomas pone el foco en la pérdida y el deseo de venganza. Por eso no me sorprendió que el propio autor la mencione en el postfacio a El americano, como la lectura que le ayudó a terminar con el bloqueo creativo en su novela, comenzada nueve años antes. No es que El americano se haya inspirado en el libro de Grau –seguramente ya estaba escrito en su mayor parte mucho antes de que este se publicara– pero sí que son dos lecturas que una puede relacionar fácilmente y recomendar de modo entusiasta.
Sobre la edición de Dilatando Mentes, poco queda que añadir. Aparte de la interesante ilustración de Raúl Ruiz y el ya mencionado postfacio del propio autor, como es habitual, la editorial añade escogidos apuntes con referencias a lo que uno ha podido disfrutar en el libro. En esta ocasión, además, ha contado con material personal cedido por Jeffrey Thomas, lo cual hace esta Miscelánea especialmente interesante.
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