Light Chaser. Surcaluz: ciencia y metafísica

  • Título: Light Chaser: surcaluz
  • Autores: Peter F. Hamilton y Gareth L. Powell
  • Editorial: Red Key Books
  • Formato: rústica con solapas
  • Diseño de cubierta: Andrés Sáez
  • Traducción: Jesús Jiménez Cañadas
  • Número de páginas: 149
  • Disponible en e-book: próximamente
  • Fecha de publicación: febrero de 2023
  • Fecha de lectura: febrero de 2023
  • Enlace de compra: web de la editorial

Esta novela, aunque corta, está llena de sentido de la maravilla y de ideas que, sin ser del todo novedosas, han conseguido sorprenderme y emocionarme. No es de extrañar, pues Light Chaser viene firmada por dos figuras de la ciencia ficción: Peter F. Hamilton, el autor británico más vendido en este género, y Gareth L. Powell, ganador en dos ocasiones del premio de la BSFA a mejor novela y finalista del Locus en la misma categoría.

Aunque la novela me ha encantado, va a ser bastante difícil de reseñar. Es uno de esos libros que empiezan por el final: en cuanto empiezas a leerlo, sabes cómo va a acabar todo. Eso no resta emoción ni intriga a la lectura, al menos para mí: solo cambia el foco de interés. Ya no sigues leyendo para saber qué va a pasar, sino para entender por qué y cómo los personajes llegan a tan dramático final –¡anda, puedo decir cómo acaba la novela sin que sea spoiler!–. Y los autores saben dosificarte la información para que no puedas dejar de leer.

El problema de reseñar una novela con esta estructura es que cualquier cosa que comente sobre la trama te va a dar pistas que quizá prefieras no tener cuando la leas. Sinceramente, creo que es mejor no tener ninguna idea previa y dejarte sorprender a medida que vas leyendo, como me pasó a mí. Así que no centraré la reseña en el argumento, sino en el singular universo de la novela y en alguna de las ideas que los autores van dejando caer y que más llamaron mi atención.

Peter F. Hamilton

Light Chaser se sitúa en un lejano futuro en el que la humanidad no solo ha conquistado el espacio, construyendo naves que viajan a velocidades cercanas a la de la luz y colonizando planetas por todo el universo –esto es típico en cualquier space opera al uso– sino que ha superado totalmente la escasez de recursos –se encuentra en la era postescasez– e, incluso, ha conseguido vencer a la muerte mediante modificaciones genéticas capaces de prolongar la vida, la salud y la juventud durante milenios.

Parece un mundo utópico y perfecto, sin potencial para el conflicto. Sin embargo, la vida casi eterna y el no tener que esforzarse para ganarse el sustento tienen un inconveniente: el aburrimiento. De ahí surge el oficio de la protagonista, Amahle, una surcaluz: viaja a lo largo del universo visitando los mundos colonizados y en distintas fases de desarrollo tecnológico y social, recolectando collares de memoria, dispositivos que recogen los recuerdos de varias generaciones de una misma familia, para llevarlos de vuelta a su mundo postescasez, donde posthumanos aburridos los consumen para vivir, de forma virtual, vidas ajenas y emocionantes.

Por otro lado, la surcaluz es tan longeva que ha superado hace tiempo la capacidad de su cerebro biológico para almacenar recuerdos, por lo que los más antiguos se van borrando a medida que aparecen otros nuevos. Esto la obliga a confiar en la IA de su nave a la hora de almacenar su memoria a largo plazo, al igual que la humanidad postescasez ha depositado todos sus conocimientos científicos y tecnológicos en las IAs, delegando en ellas el progreso técnico.

Gareth L. Powell

Y ya tenemos el escenario en el que se va a desarrollar la historia. O, más bien, debería decir los escenarios, que son a la vez parte integrante del conflicto. Como decía más arriba, Amahle visita colonias humanas inimaginablemente lejanas entre sí y aisladas unas de otras. Cada uno de los mundos que visita tiene diferentes niveles de desarrollo y rasgos sociales muy dispares también. Desde sociedades medievales como la de Resentinvierno hasta violentos conglomerados de clanes de cyborgs, como Consenso –detecto cierta ironía en la elección del nombre–, pasando por la vagamente steampunk Marcarremota.

Estos mundos permanecen en el mismo estado y nivel de desarrollo a lo largo de los siglos que la surcaluz tarda en regresar a cada uno de ellos, sin evolucionar ni un ápice. ¿Por qué –te preguntarás– esas colonias no progresan, como resultaría esperable? ¿Por qué, si Amahle dispone de una tecnología infinitamente más avanzada, no la comparte con ellas o las ayuda de alguna forma a progresar hacia la postescasez de su planeta de origen? Evidentemente, no te voy a dar la respuesta a estas preguntas. Tendrás que leer el libro para descubrirla, pero sí puedo adelantar que encontrarás bastante crítica social en relación con ella.

Sobre el grado de «dureza» de la ciencia ficción de Hamilton y Powell en Light Chaser, diría que hay cierta intención de combinar los tropos de la línea más puramente científica –la relatividad de los viajes a velocidades cercanas a la de la luz, los motores de antimateria, las IAs autoconscientes, las partículas subatómicas, incluso paradojas temporales– con otros temas más «metafísicos», que no mencionaré por no dar pistas, pero que tienen que ver con tradiciones religiosas orientales.

Por último, ya sabes que mi cabeza a veces hace conexiones extrañas entre lecturas, y la que me surgió con esta novela, aunque pueda constituir una pista importante, creo que también sirve como recomendación del tipo «Light Chaser te gustará si te gustó…», así que la dejo por aquí: me ha recordado, por momentos, a Así se pierde la guerra del tiempo (Insólita, 2021 y Mai Més, 2020) de Amal El-Mohtar y Max Gladstone. Aunque esta última es una novela mucho más poética e intimista, y la de Hamilton y Powell contiene más acción y aventura, ambas cuentan, en el fondo, una historia de amor a través y más allá del tiempo. Incluso los nombres Amahle –personaje–y Amal –coautora– suenan parecidos. ¿Será un homenaje deliberado o es pura coincidencia y me paso de lista? No tengo ni idea, pero ahí lo dejo.

En cuanto a la experiencia lectora, como decía, es un libro que sabe captar la atención y mantener el suspense. Está narrado desde el punto de vista de Amahle, por lo que el lector parte con la misma información que ella –salvo el dramático final– y va descubriendo pistas y atando cabos al mismo tiempo que la protagonista. La lectura resulta tan entretenida que lo más normal es que te ventiles el libro de una sentada. O dos, como mucho.

No quiero terminar la reseña sin mencionar el gran trabajo del traductor, Jesús Cañadas, con toda la novela pero, especialmente, con los nombres propios de los mundos y planetas. No conozco el original en inglés, pero no creo que nombres tan evocadores como Marcarremota, Pastoria o Resentinvierno sean simples traducciones directas, sino más bien fruto de esa «creatividad con fundamento» de la que tienen que hacer gala a veces las personas que hacen traducción literaria y que no debe ser nada fácil.

En resumen, Light Chaser, surcaluz es una novela corta muy bien contada y con una peculiar estructura en la que encontrarás todos los elementos típicos del space opera junto con otros más propios de otros géneros fantásticos, además de acción, intriga y una historia de amor inmortal.

Un comentario

Deja una respuesta

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.