Mediojuego

  • Título: Mediojuego
  • Autora: Seanan McGuire
  • Editorial: Red Key Books
  • Formato: tapa dura
  • Disponible en e-book: si
  • Nº de páginas: 502
  • Traducción: Jesús Jiménez Cañadas
  • Diseño de la cubierta: Andrés Sáez
  • Fecha de publicación: septiembre de 2023
  • Fecha de lectura: septiembre de 2023
  • Enlace de compra: web de la editorial

Hoy te traigo la reseña de Mediojuego, de Seanan McGuire, primera parte de una trilogía que Red Key Books tiene previsto completar en castellano, ganadora del Premio Locus 2020 a Mejor Novela de Fantasía y finalista, en el mismo año, del Hugo a Mejor Novela. Una excelente carta de presentación para quienes no conocieran a McGuire –presumo que muy pocos ya– por su saga de los Niños Descarriados, compuesta por nueve novelas –más algún añadido– de las cuales ya tenemos cuatro disponibles en castellano: Cada corazón, un umbral (Alianza-Runas, 2018); Ahí abajo, entre raíces y huesos (Alianza-Runas, 2018) y el volumen doble Bajo el cielo de azúcar / En un sueño ausente (Alianza-Runas, 2022). Puedes leer mi reseña de los dos primeros títulos en esta entrada de Origen Cuántico.

Pero vamos al lío. Mediojuego cuenta una historia que es bastante diferente de lo que pudimos leer sobre los Niños Descarriados y, al mismo tiempo, creo que mantiene cierto grado de conexión. En esta novela, McGuire nos lleva a un mundo en el que la magia, a través de la alquimia, se ha convertido casi –o sin casi– en una ciencia. Los alquimistas son capaces de conseguir lo humanamente imposible, gracias a sus arcanos conocimientos. Los protagonistas, Roger y Dodger, son el más ambicioso proyecto de James Reed, quien a su vez es el proyecto de otra alquimista, Asphodel Deborah Baker, a la que él mismo quitó la vida.

El objetivo de Reed es conseguir la encarnación de la Doctrina en parejas de niños a las que pueda controlar y de esta forma obtener el poder absoluto sobre el mundo: vamos, un villano de manual. Roger y Dodger son solo una más de las parejas creadas por Reed, a la que, a modo de experimento, decide entregar en adopción, por separado, en vez de mantenerlos bajo control en el laboratorio.

Podemos tomar el hilo de la historia principal cuando, a los siete años, Roger, un niño retraído y con una mente portentosa para el lenguaje, experimenta una extraña conexión telepática con una chica de su edad que es, a su vez, un genio de las matemáticas. Pero McGuire no se lo pone tan fácil al lector: Mediojuego es un libro que no sigue un orden lineal, porque la historia en sí no lo es. De hecho, comienza en el Libro VII, titulado «Fin», literalmente «cinco minutos demasiado tarde, treinta segundos antes del fin del mundo».

La historia de Roger y Dodger es larga –abarca desde que ambos tienen siete años hasta el año en que cumplirían treinta y casi quinientas páginas– pero, sobre todo, es apasionantemente compleja. El lector debe estar siempre atento al momento temporal en que se desarrolla cada libro o capítulo, pues hay unos cuantos saltos y varios «Libro VII» –no digo más para no estropear a nadie la experiencia–. En cualquier caso, yo la he disfrutado muchísimo, dos veces: cuando la leí en septiembre y cuando la volví a leer para poder escribir esta reseña. A continuación, detallo algunos de los aspectos que más me han hecho disfrutar.

Los protagonistas y su relación

Como comentaba unas líneas más arriba, Roger es un portento del lenguaje. Desde pequeño prefiere siempre la lectura a cualquier otra actividad, lo que le convierte en un niño retraído y con pocas habilidades sociales. Por su parte, Dodger es muy parecida, solo que su único interés son las matemáticas. Eso la convierte automáticamente en un bicho raro entre los bichos raros: marginada como les sucede siempre a los genios y rechazada incluso por estos, por el mero hecho de ser chica: se supone que a las chicas no se les dan bien las matemáticas.

Una vez que establecen su «vínculo cuántico», como lo llaman ellos, en virtud del cual son capaces de comunicarse en tiempo real de un extremo a otro del país, se inicia una relación muy especial entre los dos. En seguida se hace evidente para el lector que son las dos mitades de un todo, que se complementan a la perfección. A pesar de las dificultades, de los desencuentros que se suceden con los años y de largos períodos de separación forzosa, impuestos por las circunstancias o incluso por voluntad de alguno de los dos, cada uno se convierte en una pieza indispensable de la vida del otro. Habrá peleas y discusiones, errores, culpa, arrepentimiento, perdón… Pero el vínculo entre los dos siempre permanecerá, para desesperación de los villanos de turno, acertadamente preocupados por si esa conexión será capaz de desbaratar sus planes.

Además de la singular relación entre los dos protagonistas, el personaje de Dodger me ha cautivado especialmente: es una joven emocionalmente muy vulnerable, por sus extraordinarias capacidades y por su tendencia al aislamiento, pero que ha sabido cubrirse de una armadura que suele protegerla de agresiones externas. De forma no tan paradójica, el único que puede traspasar esa armadura y hacerle daño es Roger, su otra mitad. Y, muy a su pesar, lo hará en varias ocasiones.

Dejando aparte las complejidades y vicisitudes de la relación entre Roger y Dodger, las partes en las que ambos están juntos, llenas de diálogos ingeniosos, mordaces y tan emotivos como, con frecuencia, divertidos, son seguramente las que más he disfrutado. Por aquí dejo un botón de muestra:

No permita Dios que caiga usted en ningún cliché, señor profesor de lengua en plena formación –dice Dodger–. No sea que por un cliché acabes enganchado a las chaquetas de tweed y a los pantalones color caqui, dando un curso sobre Keruac y poniéndole ojitos a alguna estudiante mona sentada en primera fila que consiga darte la sensación de que te podrías follar de un solo golpe a toda la parte central de Estados Unidos.

Roger parpadea.

¿Cuánto tiempo has estado ensayando esa frase? –pregunta.

Una semana, más o menos –admite Dodger.

¿Te sientes mejor?

Un poco.

Mediojuego, pág. 223

El juego metaliterario

Mediojuego es un libro que cuenta una historia que, de alguna forma, ya ha sido contada en otro libro: Más allá del muro de Woodward, de Deborah Baker, que no es otra que la misma alquimista que creó a James Reed. Camuflado como una historia para niños, Baker ha plasmado todo su arcano conocimiento en una novela tremendamente popular entre los niños estadounidenses; tan popular, que se la compara con El Mago de Oz. Fragmentos de esta novela aparecen salpicados entre las páginas de Mediojuego, y es ahí donde encuentro la conexión con la saga de Los Niños Descarriados.

Más allá del muro de Woodward también está protagonizada por un niño y una niña, Avery y Zib, que se encuentran de pronto en un mundo llamado Arribabajo, recorriendo una senda improbable para llegar a una Ciudad Imposible. En la historia encontraremos chicas cuervo, niños de mimbre y personajes perturbadores como el Paje de las Aguas Heladas o el Rey de Copas. Todos ellos tendrán su contraparte real en la historia de Roger y Dodger y averiguar «quién es quién» constituye una parte nada desdeñable del disfrute. El caso es que ese mundo de Arribabajo, los hechos que allí acontecen e incluso el estilo y el tono de los fragmentos reproducidos evocaron en mi memoria esa otra saga memorable de Seanan McGuire.

Y más

Además de contener una historia interesante y novedosa, con guiños a la ciencia-ficción, a clásicos como el Frankenstein de Mary Shelley, y a cuentos infantiles muy populares, Mediojuego tiene también la capacidad, siempre de agradecer en una buena novela, de invitar al lector a reflexionar. Uno de los temas latentes en el libro, barnizado con una conveniente capa de magia y fantasía, es el poder de las palabras, la forma en que el lenguaje condiciona y modela la realidad. Pero también son dignos de reflexión los dilemas a los que se ven enfrentados los protagonistas, las elecciones imposibles que deben hacer y los sacrificios exigidos en aras de un bien mayor. Sin olvidar el que quizás sea el tema principal del libro: la libertad para elegir el propio camino:

Si querían controlar las fuerzas elementales de la creación, no deberían habernos convertido en personas. Las personas tienen sus propios planes.

Mediojuego, pág. 371

Por último, quiero destacar la cuidada edición de Red Key Books –la tapa dura es especialmente de agradecer en libros de tamaño considerable, como es este– y la impecable traducción de Jesús Cañadas, que resulta en un texto ágil y fácil de leer.

En resumen, Mediojuego es una muy buena novela de fantasía que narra una historia original y capaz de sorprender al lector a cada paso, con personajes inolvidables y un delicioso juego metaliterario que consigue evocar a la McGuire de Los Niños Descarriados, aun siendo este un libro muy diferente en cuanto a tema y tono narrativo.

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