Legado de plumas: ¿terror distópico?

Legado de plumas se publicó en 2018 como parte del Proyecto Válidas, una iniciativa de Literup que busca visibilizar las enfermedades incapacitantes a través de una convocatoria de novelettes cuyos protagonistas padecen alguna de estas enfermedades u otro tipo de discapacidad. Actualmente el proyecto lleva ya dos convocatorias, ambas cerradas.

Esta va a ser una reseña un tanto especial, porque voy a aprovechar que en Diseccionadores de novelas hemos tenido la oportunidad de charlar con Marina sobre Legado de plumas. Así que no os contaré solo mis impresiones, sino que añadiré algunas cosas que salieron en la disección.

Una de las preguntas que todos los autores y autoras que hemos diseccionado han tenido que contestar es: «¿cómo se te ocurrió la idea para este libro?». Parece que hay mucha curiosidad por saber de dónde sacan la inspiración los juntadores de letras. La respuesta de Marina me ha sorprendido tanto que voy a hacer una excepción y os lo voy a contar aquí.

Resulta que Legado de plumas parte de una pregunta retórica y un cuento. En algún momento, la autora se preguntó por qué motivo una madre sería capaz de arrancarles los ojos a sus hijos. La pregunta se las trae, pero creo que solo se nos ocurre una respuesta: para salvarles la vida o de un destino peor que la ceguera. Hasta aquí, todo correcto. Pero luego se le ocurrió mezclar esta pregunta y su respuesta con su cuento favorito: Hansel y Gretel, de los Hermanos Grimm. Si queréis saber cómo lo hizo, tendréis que leer el libro.

Los protagonistas de Legado de plumas son dos hermanos, Briana y Arlen, ciegos desde la infancia porque… Su madre les arrancó los ojos para impedir que vieran a los ángeles, «de tal belleza que ningún humano puede soportar su visión», y así les salva la vida. Con esta escena desgarradora Marina contesta a su pregunta y comienza la historia.

Mi madre nos quería hasta la locura. Hasta la desesperación. Por eso nos arrancó los ojos. Era el precio de soñar que podía salvarnos así la vida. (…)

Mamá me quería. Arlen me quería. El amor también sabe hacer cosas terribles.

Marina Tena. Legado de plumas. Pág. 9

Los ángeles se llevan a los dos hermanos a su torre y, mientras son pequeños, los tratan como mascotas. Pero a medida que crecen se convierten más en sirvientes o esclavos, víctimas de los juegos crueles de sus amos. Briana siente que sus vidas penden de un hilo y hace planes para escapar, mientras que Arlen aún confía (o prefiere confiar, porque la alternativa le asusta demasiado) en la benevolencia de sus dueños.

La historia nos la cuenta Briana en primera persona. No olvidemos que ella, al igual que Arlen, no puede ver, por lo que sus descripciones se basan en el resto de los sentidos. Creo que resulta un ejercicio muy interesante, para quien escribe, ponerse en el lugar de alguien que carece de un sentido esencial para la mayoría de las personas. Pero resulta igualmente interesante para quien lo lee, no solo porque obliga a empatizar con el personaje y su incapacidad, sino porque nos saca de nuestra zona de confort, acostumbrados a las descripciones visuales: colores, formas y rasgos físicos desaparecen, obligando a la imaginación a hacer un esfuerzo extra.

Briana, por lo tanto, nunca describe a los ángeles: nunca los ha visto. Solo los conocemos por sus voces y por sus actos. Y este es uno de los grandes aciertos de la novela. El enigma sobre el origen y naturaleza de estas criaturas terribles no se desvela en todo el relato. Cada lector debe imaginarlos como prefiera y, de hecho, cada diseccionador, de los participantes en la conversación en grupo, tenía su propia idea sobre el tema (y, sí, también hablamos del sexo de los ángeles).

Legado de plumas es una historia de terror, sin ninguna duda. Briana nos transmite de forma muy eficaz el miedo y la angustia constantes que supone vivir bajo la dependencia de unas criaturas todopoderosas, caprichosas y crueles. Pero contiene también algunas pistas que hacen pensar en un mundo futuro y distópico. Todo esto nos hace adivinar que hay mucha construcción del mundo detrás de esta novela corta, mucho más de lo que se nos muestra, y también permite confiar en que podamos ver más de ese trabajo en proyectos futuros.

En Legado de plumas no se nos habla de cómo es ese mundo. Briana no puede hacerlo, porque no lo conoce. Ha pasado prácticamente la totalidad de su vida ciega y encerrada en una torre, con la única compañía de su hermano y sus carceleros. De esta forma el terror se duplica: sentimos miedo ante lo que pueda pasarles a los dos protagonistas si se quedan en la torre, pero también nos inquieta lo que puedan encontrar fuera o si serán capaces de desenvolverse, privados del sentido de la vista, en un entorno completamente desconocido.

En definitiva, Marina Tena ha sabido contar en Legado de plumas la historia de estos dos hermanos, poniéndose en el lugar de una persona invidente, dosificando la información con maestría y manteniendo la tensión narrativa en todo momento hasta el inquietante final.