Brujas de arena: magia a ritmo de western

Brujas de arena, de Marina Tena Tena
  • Título: Brujas de arena
  • Autora: Marina Tena Tena
  • Editorial: Insólita
  • Formato: rústica con solapas
  • Nº de páginas: 251
  • Ilustración de cubierta: Libertad Delgado
  • Fecha de publicación: julio de 2021
  • Fecha de lectura: julio de 2021
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Brujas de arena es la primera novela larga para público adulto de Marina Tena Tena, una de las voces emergentes más prometedoras del panorama fantástico español y, por ese motivo, este libro era una de las novedades de Insólita Editorial más esperadas por los aficionados.

La historia contenida entre sus páginas se desarrolla en el mismo mundo distópico que su relato La bruja y el perro. Aunque ambas obras son autoconclusivas e independientes, comparten algún personaje, de forma que, aunque no es necesaria la lectura previa del relato para comprender la novela, sí me parece recomendable, porque de esta forma se disfruta más.

¿Cómo es ese mundo que comparten novela y cuento? Es un escenario de pobreza y decadencia. El desierto invade poco a poco los territorios habitados, configurando un paisaje hostil para una población que ve mermar sus recursos –el agua en particular– y sus posibilidades de supervivencia. No es de extrañar que, en esta tesitura, se busque alguna cabeza de turco a la que culpabilizar y sobre la que descargar la frustración y la rabia. La papeleta les toca a las brujas, mujeres con habilidades especiales, que son perseguidas y aniquiladas sin compasión. Sin embargo, la sociedad no es una propia del s. XVII, cuando tuvieron lugar los juicios de Salem, sino que tiene un aire más parecido al western, con hombres a caballo y fusiles.

Así, tenemos una naturaleza hostil con la humanidad y una sociedad hostil con las mujeres, siempre bajo el punto de mira de la sospecha, sometidas a reglas discriminatorias y perseguidas, ante el más mínimo indicio de ser diferentes, por los implacables cazadores; y todo ello con la aquiescencia, cuando no complicidad, de familiares y vecinos.

En este escenario, Brujas de arena cuenta la historia de Kilian y su hermana Indivar, hijos de una bruja traicionada por su propio marido y padre de los niños. Quien narra los acontecimientos, en primera persona y en tiempo presente, es Kilian, el menor de los dos hermanos. Un día, los cazadores llegan al pueblo e Indivar desaparece, así que el muchacho decide encontrar a su hermana y se lanza a una aventura que le llevará a atravesar el temible desierto, enfrentándose a innumerables peligros pero encontrando, también, improbables aliados.

Marina Tena Tena
Marina Tena Tena

Por lo tanto, el libro tiene mucho de novela de aventuras, claro que sí, y trepidantes; pero también contiene un viaje iniciático. Acompañamos a Kilian en su periplo, sufrimos terribles penurias y nos enfrentamos con él a los peligros que le salen al paso, pero también le vemos crecer y madurar, preguntarse el por qué de las cosas y cuestionarse unas normas impuestas que no terminan de parecerle justas. En definitiva, deja de ser el niño llorón, dependiente y siempre pegado a las faldas de su hermana, para ganar independencia, libertad y autodeterminación. Por lo tanto, aventuras e iniciación aderezadas con magia y arena, mucha arena.

Una de las partes más disfrutables del libro, a mi entender, es la relación entre Kilian y Zoe, la bruja conocida como El Perro –vaya, ya ha salido la conexión entre novela y relato–. Zoe es un personaje solitario, huraño y pragmático hasta no poder más. No le tiembla el pulso a la hora de matar para sobrevivir o de acabar con los cazadores y se mueve como pez en el agua en el desierto –valga la contradicción–. Kilian ve en ella su tabla de salvación y al mismo tiempo la teme, como la despiadada asesina que es, pero no duda en discutir la moralidad o la necesidad de sus actos, arriesgándose a ser abandonado a su suerte. De alguna forma, Zoe va endureciendo a Kilian, enseñándole a sobrevivir en el desierto, y este, a su vez, con su ingenuidad e innato sentido del bien y del mal, consigue resquebrajar la coraza tras la que se protege El Perro.

Por otro lado, Brujas de arena tiene también una intención más profunda, además de la de entretener y hacer sufrir al lector con sus protagonistas. La sociedad que nos muestra es abiertamente discriminatoria contra las mujeres en general, pero contra las que son diferentes en particular. Se trata de una sociedad opresiva y con rasgos totalitarios, donde quien no denuncie o quien ayude a una bruja, aunque sea su propia madre, hija, esposa o hermana, sufrirá las mismas consecuencias. El sistema recuerda un poco a la persecución de los judíos en la Europa ocupada por los nazis. Esa denuncia conjunta de las desigualdades de género y de la opresión se resume magistralmente en la última frase que Kilian escucha de labios de su madre: «nunca seas como los hombres».

Sobre el estilo y la forma de narrar de Marina, podría deshacerme en elogios, por lo llano y engañosamente sencillo de su prosa, pero creo que simplemente con mostrarte la frase con la que arranca el libro no podrás dejar de querer leerlo, así que allá va:

Nuestro padre vendió a nuestra madre por un pedazo de tierra que nunca dio frutos.

Brujas de arena, pág. 11

A este respecto, creo que Marina es toda una experta en encontrar frases perfectas para comenzar sus libros. El tipo de frase que dice mucho más de lo que parece, te da una idea muy precisa de lo que vas a encontrar en el resto del libro y, al mismo tiempo, te atrapa sin remedio: una vez leída, tienes que seguir. Lo hizo en Legado de plumas –puedes leer más sobre la novelette, incluida la frase de arranque, en esta entrada– y ha vuelto a hacerlo en Brujas de arena.

En definitiva, una novela de brujas en el desierto con sabor a western, el peligroso viaje iniciático de un niño en busca de su hermana y una denuncia de las desigualdades de género y de la opresión de las minorías que entretiene y emociona a partes iguales.