Abrazando la revolución: cambio de perspectiva

Abrazando la revolución, de VV. AA.
  • Título: Abrazando la revolución
  • Autoras: VV. AA.
  • Editorial: Crononauta
  • Formato: rústica con solapas
  • Disponible en e-book: sí
  • Nº de páginas: 243
  • Traducción: Carla Bataller Estruch
  • Ilustración de cubierta: Julie Dillon
  • Fecha de publicación: julio de 2022
  • Fecha de lectura: julio de 2022
  • Enlace de compra: web de la editorial

Desde que, en 2020, la editorial Crononauta inaugurara su Matreon –toda una declaración de intenciones ya en el nombre–, no ha dejado de cosechar éxitos que se han materializado en las ediciones de 2021 y 2022 de los Premios Ignotus. El año pasado Cristina Jurado se alzó con el premio a Mejor Cuento por Abrazar el movimiento y Gwendolyne Kiste fue finalista en Mejor Cuento Extranjero con Las ocho personas que me asesinaron, ambas obras publicadas por primera vez en Matreon e incluidas en esta antología. Este año aún están por decidirse las obras ganadoras, pero hay tres publicaciones de Matreon en la categoría de Mejor Cuento –Interregno, de Nieves Delgado, No te sientes a la mesa de la bruja, de Marina Tena Tena y Sentir lo suficiente, de Caryanna Reuven– y otras dos en Mejor Cuento Extranjero –Guía para razas trabajadoras, de Vina Jie-Min Prasad y Madres cañeras en el apocalipsis zombi, de Rae Carson–, estos últimos también incluidos en Abrazando la revolución. Además, el propio Matreon es finalista como Mejor Sitio Web. Si esto no es recibir el apoyo y el cariño del fandom, que venga Cthulhu y lo vea.

Abrazando la revolución contiene una cuidada selección entre los relatos que se han publicado en Matreon hasta la fecha y constituye realmente una muestra muy pequeña en cuanto a cantidad –doce cuentos frente a más de cincuenta publicados– pero muy fiel en cuanto a la calidad y el tipo de literatura que podrás disfrutar si te haces mecenas.

El hilo que une todos estos relatos es doble: por un lado, todos han sido escritos por autoras o personas no binarias; por otro, en todos se percibe una visión crítica y alternativa, ya sea de temas sociopolíticos o de género, ya de las propias convenciones de nuestra literatura favorita. Como ves, ambas características son precisamente las que definen la línea editorial de Crononauta, por lo que, si no has leído aún ningún libro de esta editorial, Abrazando la revolución es una buena puerta de entrada.

Una vez establecido ese doble hilo conductor, si hay otra palabra que describa adecuadamente esta colección de relatos, es diversidad: la hay en cuanto a la procedencia étnica y geográfica de les autores –Estados Unidos, Singapur, Sudán, China, Filipinas, Reino Unido y España–, y también en cuanto a género, temática, estilo y extensión de los relatos. Y esta es otra estupenda razón para hacerse con este libro: proporciona una excelente muestra de lo que se está escribiendo y publicando más allá del ámbito anglosajón y de las grandes editoriales. Y, como digo en el título de la reseña, proporciona un interesante y necesario cambio de perspectiva sobre el mundo en general y el género en particular.

A pesar de esa gran variedad de temáticas y estilos, trataré de comentar los cuentos incluidos en esta colección agrupándolos según mi propio criterio e interpretación de los mismos, que evidentemente son totalmente subjetivos, pero espero que ayuden a posibles lectores a formarse una idea del tipo de historias que van a encontrar en Abrazando la revolución.

Reinterpretaciones

Hay un par de cuentos que reinterpretan historias clásicas desde una mirada feminista y reivindicativa. Las ocho personas que me asesinaron, de Gwendolyn Kiste, se centra en Lucy Westenra, la joven vampirizada por el Conde Drácula a la que Bram Stoker presenta como un personaje superficial y frívolo. En su relato, Kiste fija el interés en los asesinatos metafóricos o de su personalidad que sufren las mujeres en una sociedad machista, totalmente limitadas en su capacidad de decisión y cruelmente oprimidas para encajar en los moldes que se les imponen.

¿De cuántas formas puedes matar a una chica?

Gwendolyn Kiste, «Las ochos personas que me asesinaron», en Abrazando la revolución (Crononauta, 2022), pág. 23

Por su parte, en El sicomoro y la sibila Alix E. Harrow se basa de forma muy libre en el mito de Dafne, la ninfa griega que prefirió transformarse en árbol antes que ser violada por Apolo. Lo hace, como es habitual en esta autora, utilizando también elementos de la fantasía más clásica, como brujas y hechizos, para poner el foco en el error elemental que contiene el mito: no es la víctima la que debe ser castigada, sino el agresor.

Reivindicaciones laborales del futuro

Guía para razas trabajaras, de Vina Jie-Min Prasad y Verás, Naneen, de Malka Older son relatos muy distintos en forma y tono, pero ambos tienen en común la cuestión de los derechos laborales de las máquinas que, aunque pueda parecer algo extemporáneo, ya está en el candelero político desde hace algunos años.

El pasado 16 de febrero, el Parlamento Europeo aprobó una resolución con recomendaciones destinadas a la Comisión acerca de las normas de derecho civil sobre robótica. El Parlamento admite que, ahora que la humanidad se encuentra a las puertas de una era en la que robots, bots, androides y otras formas de inteligencia artificial cada vez más sofisticadas parecen dispuestos a desencadenar una nueva revolución industrial —que probablemente afecte a todos los estratos de la sociedad—, resulta de vital importancia que el legislador pondere las consecuencias jurídicas y éticas, sin obstaculizar con ello la innovación. Entre esas consecuencias se hallan las de naturaleza social, por las que se cuestiona si la irrupción en el ámbito productivo de estos operadores debería conllevar el pago de impuestos o cotizaciones sociales. En definitiva, robots contribuyendo a la sostenibilidad de los sistemas de pensiones.

Lourdes López Cumbre: «Robots con derechos y obligaciones civiles… y laborales», en Análisis GA_P, marzo de 2017
De izquierda a derecha y de arriba a abajo, Gwendolyn Kiste, Rafeif Ismail, Rae Carson, Karen Osborne, Elaine Cuyegkeng, Cristina Jurado, Annalee Newitz, Malka Older, G. V. Anderson, Alix. E. Harrow, Vina Jie-Min Prasad y S. L. Huang

Vina Jie-Min Prasad se marca un divertido relato en forma de conversación electrónica entre dos inteligencias artificiales que se aconsejan entre ellas sobre la mejor manera de enfrentarse a sus empleadores y llegan a parecer muy humanas, en más de un sentido. El cuento de Malka Older tiene un tono bastante más emotivo y se centra en la maternidad y la crianza, en las obligaciones que conllevan y la ayuda que pueden aportar las niñeras artificiales… hasta su posible obsolescencia.

Cuando robot y cuervo salvaron East St. Louis, de Annalee Newitz, no habla exactamente de derechos laborales, sino que plantea un problema diferente, aunque también asociado a los robots y las IAs: ¿qué ocurre cuando una máquina se queda sin nadie que la controle ni le diga lo que tiene que hacer? Es exactamente lo que le ocurre al pequeño Robot, creado para rastrear virus y otros patógenos entre la población y así evitar la propagación de enfermedades. Se trata de uno de esos personajes que, a pesar de su inhumanidad, son capaces de provocar la empatía y el afecto instantáneos en el lector.

Dilemas morales

El cuento que me ha hecho pensar en el título de este epígrafe es, por derecho propio, Como los últimos de mi vida, de S. L. Huang. Con un argumento que da una vuelta de tuerca adicional al dilema planteado por Le Guin en Los que se alejan de Omelas, nos lleva a un mundo asolado por la guerra y en el que la llave de las armas de destrucción masiva se esconde –literalmente– en el corazón de una niña. Con esta, aparentemente, sencilla premisa, la autora pone ante los ojos del lector toda la crudeza descarnada de la guerra mediante el truco cruel de darle voz y alma a la primera víctima.

Los muertos, con su poder incontrolable, de Karen Osborne, nos lleva a una nave de colonos que lleva generaciones viajando por el espacio en busca del prometido paraíso. La tecnología, a través de nanobots, les permite conservar los recuerdos de todos los capitanes del pasado y transferirlos a cada nuevo dirigente. La idea parece buena, pero cuando esa información se clasifica y selecciona según la conveniencia política, todo se vuelve mucho más oscuro.

Historia y revolución

Semejante a una revolución, de Rafeif Ismail, es una historia de fantasía con varias narradoras, que habla de represión y revolución, con fuertes raíces en la historia reciente de Sudán. Sus protagonistas son inmigrantes en Australia, refugiadas y víctimas de la dictadura sudanesa, que se enfrentan al surgimiento de un estado totalitario también en su país de acogida. La historia de las dos mujeres resulta apasionante, aunque el final resulte demasiado abierto para mi gusto.

También tiene raíces históricas Estas constelaciones os pertenecerán, de Elaine Cuyegkeng, en este caso una feroz crítica con referencias muy explícitas al colonialismo español, en clave de ciencia-ficción que incluye naves sentientes y futuros alternativos.

Tópicos del terror revisitados

El género Z ha vivido épocas de auge y también de olvido por parte de escritores y lectores, cansados de contar o leer una y otra vez la misma historia con pequeñas variantes. Rae Carson le da a este tópico un giro completamente original, al contarnos en Madres cañeras en el apocalipsis zombi la historia de dos lesbianas que deciden ser madres en plena vorágine Z, a pesar de todos los riesgos y de la desaprobación de la comunidad en que viven. Es un relato de supervivencia, claro, como todos en este género, pero también de determinación, superación y sororidad.

Otro tema por excelencia del género de terror son los fantasmas y las casas encantadas. En Corazones enterrados, G. V. Anderson aprovecha el tópico de forma original y no exenta de sentido del humor para contar una historia bastante profunda sobre aceptarse una misma, asumir el pasado y enfrentar el futuro.

Puro sentido de la maravilla

Abrazar el movimiento, de Cristina Jurado, relato ganador del Premio Ignotus 2021, nos presenta una especie alienígena con mente colectiva, perfectamente adaptada a la vida en el espacio profundo y, probablemente, mucho mas avanzada –al menos desde su propio punto de vista– que la humanidad. Su autodescripción, en primera persona del plural, como corresponde a una mente colmena, es todo un alarde de imaginación y sentido de la maravilla por parte de la autora y una delicia para esta lectora. Pero, a pesar de toda esa supuesta superioridad, tiene también un defecto muy humano, que convierte el relato en una crítica afilada hacia ciertas actitudes, por desgracia, bastante corrientes.

Y esto es lo que vas a encontrar en Abrazando la revolución, además de muchas protagonistas femeninas –todas–, mucha representación queer, y un prólogo, a cargo de les editores de Crononauta, sobre Los orígenes de Matreon. Si te ha parecido interesante, léelo. Y, si te gusta, aprovecha para hacerte matreon de Crononauta y apoyar este proyecto innovador y tan necesario.

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