Los tambores del Dios Negro

  • Título: Los tambores del Dios Negro
  • Autor: P. Djèli Clark
  • Editorial: Obscura
  • Formato: rústica con solapas
  • Disponible en e-book: sí
  • Nº de páginas: 128
  • Traducción: Raúl García Campos
  • Ilustración de cubierta: David G. Vaquero
  • Fecha de publicación: junio de 2023
  • Fecha de lectura: agosto de 2023
  • Enlace de compra: web de la editorial

P. Djèli Clark entró en 2021 en el radar del fandom español, con la publicación de La maldición del tranvía 015 (Duermevela, 2021). Lo hizo pisando fuerte y para quedarse, como atestiguan la expectación y la buena acogida de Ring Shout (Obscura, 2021, premios Locus y Nebula de novela corta) y El señor de los djinn (Duermevela, 2022, premio Locus de novela y Nebula de novela debut) y las largas colas que se formaron en el pasado Festival Celsius 232 para conseguir su firma en cualquiera de los libros mencionados.

Precisamente Los tambores del Dios Negro era el libro que P. Dèli Clark vino a presentar en dicho festival y allí me hice con mi ejemplar. Ese mismo verano me lo leí y ahora vengo a contarte mis impresiones.

Como en otras obras que he leído de este autor, he encontrado una historia de acción y aventura, con unos personajes, principales y secundarios, llamativos, bien definidos y con carisma. Pero sobre todo, lo que más llama mi atención en las novelas de Clark es su ambientación –lo que llamamos worldbuilding a falta de una palabra mejor en castellano– y su estrecha conexión con la Historia.

La ambientación (venga, va, worldbuilding)

El escenario elegido para Los tambores del Dios Negro es la mítica ciudad de Nueva Orleans, que automáticamente conecta en la mente de cualquiera con jazz, vudú, mestizaje racial y cultural, carnaval y… huracanes. Excepto el jazz, todos esos elementos se encuentran en la novela, pero transformados por la varita literaria de Clark en algo aún más mítico y fantástico.

Esta Nueva Orleans imaginaria, en algún momento de los años ochenta del s. XIX o poco después, es un puerto libre, no alineado con los estados confederados ni con la Unión, que aún mantienen un conflicto soterrado en una especie de «guerra fría». Las naves que diariamente atracan en sus muelles no son barcos de vapor, sino dirigibles, que transportan pasajeros y visitantes de todos los estados (unionistas y confederados) y de las islas libres, como Haití. La esclavitud ha sido abolida, excepto en la Confederación, y los descendientes de los esclavos traídos a la fuerza de Lafrike (África) aún recuerdan y sienten a sus dioses ancestrales.

La magia de los antiguos dioses afrikanos, decía mi mama, forma parte de esta ciudad, sepultada como está entre sus huesos y sus raíces, entre los esclavos que la levantaron, y convierte el suelo, el aire y los ríos en tierra sagrada.

Los tambores del Dios Negro, págs. 43 y 44

Así que tenemos una Nueva Orleans industrializada al modo steampunk, pero también impregnada de magia y orishas yoruba. De hecho, la poderosa y mítica arma que da título al libro es, por supuesto, de carácter mágico. Pero a través de las páginas de Los tambores del Dios Negro se respira igualmente el ambiente colorido, alegre y festivo de los barrios y las gentes de la ciudad.

Todos estos elementos ya resultan suficientemente atractivos para cualquier lector aficionado a la fantasía. Pero, en mi opinión particular, hay una característica adicional que le da aún más valor a la narración, y es la frecuente referencia a personajes y hechos históricos que dotan de una especial solidez a la novela. Y me encanta la forma en que Clark reescribe esa Historia, poniendo el foco en algunos de sus episodios más aberrantes y, a la vez, determinantes de la identidad colectiva de la población afroamericana, impregnando así su historia fantástica de un siempre necesario tono reivindicativo, como ya hizo en Rhing Shout con las referencias al Ku Klux Klan o en El misterio del tranvía 015 con el tema del voto femenino de fondo. En el caso de Los tambores del Dios Negro, creo que en el fondo de la novela, aparte del tema evidente de la esclavitud, hay también un profunda crítica al colonialismo europeo, con múltiples referencias a británicos, franceses y sus guerras y tropelías por las islas caribeñas.

Los personajes

Los tambores del Dios Negro tiene dos personajes protagonistas femeninos: Trepadora o Jacqueline, una adolescente que vive en las calles y desea embarcarse en un dirigible para expander sus horizontes; y Anne Marie, la capitana de La Ladrona de Medianoche, el dirigible contrabandista elegido por Trepadora para llevar a cabo sus planes. Ambas son mujeres de color y Anne Marie, además, lesbiana y coja de una pierna. La simple elección de estas características para sus protagonistas es toda una declaración de intenciones, pues entre las dos reúnen un montón de causas de trato discriminatorio.

Pero lo que llama la atención de estas dos protagonistas no son las características que las hacen representantes de diversas minorías –esos rasgos simplemente están ahí, pero no son determinantes en ningún aspecto de la trama, salvo por su ascendencia yoruba– sino el gran carisma que las dos exhiben. Trepadora se ha criado en la calle, posee una viva inteligencia y cuenta con la ayuda de la diosa africana del viento y la tormenta, que «camina junto a ella». Anne Marie, por su parte, luce las secuelas de una vida ligada al peligro en un mundo violento. Y la relación que se establece entre las dos, cada una en persecución de sus propios objetivos, resulta especialmente entrañable y salpicada de ingeniosos y divertidos diálogos.

Hay también otros personajes secundarios dignos de mención: las «monjas» Agnes y Eunice, regentes de un hogar de acogida para mujeres que lo necesiten, independientemente de su extracción racial o social, pero que se dedican también a otros menesteres igualmente útiles para nuestras protagonistas; o la niña del pantano, Feral, intrépida y salvaje. Y, por supuesto, el villano antagonista, pero a este es mejor que lo descubras leyendo la novela. Sin olvidarnos de los orishas africanos, con su personalidad, filias y fobias propias, intangibles y casi siempre invisibles, pero muy presentes en la historia, sobre todo en sus momentos más álgidos.

La trama

Como se detalla en la sinopsis, el objetivo de Trepadora es embarcarse en un dirigible para salir de su ciudad encajonada entre diques y agua y conocer mundo. Pretende pagar su pasaje con una información que ha obtenido de manera casual, pero pronto las cosas empiezan a complicarse, y tanto ella como la capitana se ven envueltas en una situación que llega a poner en peligro no solo sus vidas sino las de todos los habitantes de Nueva Orleans. De esta forma, lo que empieza como un sencillo plan de fuga va complicándose progresivamente con la intervención de cada vez más actores, cada uno con intenciones más aviesas que el anterior.

En mi opinión se trata de una historia bastante canónica, en el sentido de que no hay grandes sorpresas, pero muy bien narrada, con el ritmo adecuado y un más que emocionante y satisfactorio clímax final. Si a eso añadimos la ambientación ucrónica, la inspiración en la mitología africana, los carismáticos personajes y el toque de humor ingenioso en los diálogos, tenemos una novela perfectamente recomendable, disfrutable y que, por su corta extensión, se puede leer en un par de tardes. Aunque lo más probable es que la termines del tirón, porque engancha.

Y algunos extras

Esta edición de Obscura Editorial, además de la preciosa y colorida ilustración de David G. Vaquero, cuenta con un postfacio de Cristina Jurado, en el que no solo presenta un profundo análisis de la novela en sí y de la obra de Clark, sino también una breve pero bien documentada introducción a la cosmología yoruba.

Por otro lado, esta es una de esas novelas donde la mención al traductor se hace aún más necesaria. Raúl García Campos firma una traducción impecable, con la dificultad añadida de la intromisión de términos derivados del francés que dan lugar a una especie de argot característico de los personajes de la novela. Pero bueno, esto seguramente le parecería una fruslería frente al reto que tuvo que afrontar en la traducción de Ring Shout.

En resumen, Los tambores del Dios Negro es una recomendable novela de fantasía con algún toque de steampunk, donde la construcción del mundo, el carisma de los personajes y la reivindicación anticolonialista destacan por encima de una trama entretenida aunque sin grandes sorpresas.

4 comentarios

  1. Yo también estoy cayendo en el worldbuilding, cliffhunger y todo eso. Intento no hacerlo, pero tener sinónimos y palabras únicas facilita la comunicación jajaja.

    Por lo demás, que pasada la ilustración de la portada y qué bien pinta la novela. Aún solo he leído Ring Shout pero me impactó y aprendí muchísimo. Fue una experiencia dentro y fuera del libro, porque para escribir la entrada terminé en la web del autor leyendo sobre Lovecraft, racismo y terror cósmico y me ganó totalmente. Me hizo redonda la lectura.

    Aquí encima por lo que dices está el epílogo de Cristina Jurado poniendo contexto y yo es que amo esas cosas.

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